Los nubarrones que se ceñían sobre el cielo ayer por la mañana centraban todas las conversaciones antes de entrar a misa. Todo el pueblo, engalanado para celebrar el día grande de las fiestas patronales de Puig den Valls, discutía sobre si acabarían por descargar o desaparecerían. Al salir de la misa que ofició el obispo, Agustín Cortés Soriano, tuvieron la respuesta: llovía, poco, pero llovía.
A pesar del mal tiempo, que siguió a lo largo de toda la jornada festiva, la localidad celebró a su patrona con un notable éxito de participación. Sólo una cosa ha entristecido estas fiestas: el fallecimiento, el pasado viernes de un niño de 20 meses en un accidente de tráfico, que hizo sopesar a los responsables de la organización la conveniencia o no de suspender algunos actos, algo que finalmente no sucedió.
Las actividades del día grande comenzaron a las nueve de la mañana con el tradicional repique de campanas, que precedió al pasacalles de la banda de tambores, cornetas y majorettes de Santa Eulària.
A las once se inauguró la exposición de los trabajos de los alumnos de la escuela de Puig den Valls. Media hora más tarde comenzó el oficio religioso, al que asistieron, entre otras autoridades, el vicepresidente del Consell, Vicent Tur, y el alcalde, Vicent Guasch. Tras la procesión de la patrona por los alrededores de la iglesia, la colla de ball pagès de la localidad ofreció una demostración. Después, no faltaron las orelletes.