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Un solitario del mar

Con sus 67 años, André Ghilain reivindica mediante la navegación a «pura vela» un planeta más limpio

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Nada más entrar en su feudo, el «Ondin III», un barco de 11 metros de eslora y 8 toneladas, André Ghilain, belga nacido en 1933, nos enseña como conservar un huevo durante más de dos meses sin la ayuda de frigorífico alguno; el truco consiste en untarle un poco de grasa de cebo por encima. «Ahí tenéis una exclusiva», nos dice sonriente.

Ghilain ha dedicado la gran parte de su vida al mar. Ya desde los 16 años trabajaba en la marina mercante, recorriendo medio mundo desde su temprana edad. Después de haber viajado por el Mediterráneo y los países de Europa del Norte, ya en los años 80, el aventurero decide cruzar el Atlántico a bordo del «Ondin II»; una travesía de 28 días en solitario y a «pura vela», en un barco desprovisto de todo instrumento electrónico. Con apenas la ayuda de un sextante y una brújula, el marinero ha conseguido no perder nunca el rumbo. Con un plomo, como solían hacer los antiguos navegantes, mide concienzudamente la profundidad. «Si además se unta el plomo con un poco de grasa, podemos saber la consistencia del fondo marino y si es útil o no para el anclaje».

Para poder dormir durante la travesía, el marinero belga ideó un sistema de pilotaje automático que consiste en una plancha a babor, expuesta al viento, que corrige las variaciones en la dirección a través de una cuerda atada al timón. Para un navegante en solitario el tiempo de descanso, aunque escaso, es fundamental. Abogado y periodista, el belga combina su actividad de marinero con la de defensor del medio ambiente. Con más de 6000 conferencias a sus espaldas, intenta concienciar a la gente en la defensa de nuestro planeta.

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