En la temporada 1957-1958, Antoni Marí Juan, de Santa Eulària, militó en las filas del Barça en la categoría de juveniles. Ese año, este interior ibicenco que destacaba por su técnica con el balón, compartió vestuario con figuras de la talla de Fuster, Rifé o Domínguez. Una lesión de rodilla truncó la carrera de Antoni. Ahora, este domingo, los jugadores veteranos del Barcelona rendirán un pequeño homenaje a este ibicenco y a otros deportistas pitiusos que han militado en la Peña Deportiva de Santa Eulària.
«Fueron unos años estupendos. Vivía en una casa con ibicencos y así tenía menos añoranza», explica Antoni, quien, tras abandonar la vida deportiva, instaló un bar. El nombre que dio a su local, Estadio, ya es bastante revelador, además de que su interior está lleno de fotografías de jugadores del Barça, de la Peña e, incluso, un retrato de Butragueño vestido de merengue. En la época en la que Antonio se ganó la vida dando patadas al balón sobresalía una figura por encima de todas: «Luis Suárez, la verdad, era un poco chulo y la cosa fue todavía a peor cuando se marchó a Italia. Yo lo vi jugar un par de veces y todo lo que se decía de él era cierto; era el mejor con diferencia».
Los recuerdos de Antoni abarcan una de las épocas históricas del club catalán. Acudía a las sesiones de masaje en el gimnasio del fallecido Angel Mur con el portero Ramallets. Pisar el Camp Nou era algo increíble, según este ibicenco: «Si de fuera ya parece grande, desde el césped era monumental».