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Una nueva «Attraction» para conocer Formentera y sus fondos marinos

Este catamarán, único en el mundo, atracó ayer en el Puerto de la Savina

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GUILLERMO ROMANÍ
A las dos y media del mediodía de ayer llegaban a Formentera los cinco tripulantes del «Attraction» , un catamarán único en el mundo construido por jóvenes formenterenses y mallorquines. Los artífices de la obra son Pep Tur Escandell, Jimmi Tur Pinkney, su hermano Simón, Carlos Morán Vanrell y Salvador Serra. El «Attraction» es un catamarán de doble casco con 12 metros de manga y 24 de eslora con espacio para que vivan en él hasta 15 tripulantes y una capacidad de hasta 125 pasajeros, que pueden disfrutar de excepcionales vistas a los fondos marinos gracias a las ventanas habilitadas en los cascos. La superficie vélica del «Attraction» es notable ya que la vela mayor tiene 180 metros cuadrados, el foque 95 y el genaker entre 205 y 210.

Tal y como contó ayer en exclusiva para Ultima Hora Ibiza y Formentera Jimi, el patrón de la nave, esta travesía ha sido el esfuerzo de más de dos años «en que los cinco hemos empeñado nuestros ahorros e incontables horas de trabajo». Su tesón les ha conducido a construir en un astillero de Mallorca y con la ayuda de un profesional una embarcación única en su género: «En Europa no se ha hecho nada igual y tan sólo en Francia existen algunas embarcaciones de este tipo aunque mucho más pequeñas», reseñó Jimi poco después de ser recibido en la Savina por familiares y amigos.

Sobre el coste final del 'Attraction' Jimi no quiso pronunciarse. «En embarcaciones como esta no se puede calcular todo y el presupuesto se ha disparado un montón de veces, pero es un barco único que tiene todas las garantías estructurales de ingeniería y diseño que lo convierten en una catamarán fuera de serie».

La travesía desde Mallorca no fue un camino de rosas ya que como contó Jimi «salimos de Andratx a las dos de la madrugada y hasta la seis de la mañana no hemos podido darle un poco al motor debido a un fuerte mar de llebeig que nos venía de proa y dificultaba sobremanera la navegación». Afortunadamente al llegar a Tagomago las condiciones climáticas cambiaron, y entonces, «con las velas, hemos hecho unos cuantos bordos».

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