La depuradora de Formentera vierte aguas fecales y productos escasamente tratados sobre la Reserva Natural de ses Salines, según reiteró ayer Xavier Àlvarez, presidente del Grup d'Ornitologia Balear (GOB) de Formentera, quien de esta manera confirmó la información ofrecida la pasada semana por el Grup d'Estudis de sa Naturalesa (GEN) pitiuso. Àlvarez rechazó las manifestaciones efectuadas el pasado viernes por el delegado territorial del Instituto Balear de Saneamiento (Ibasan), Ramon Mayol, en el sentido de que el agua que sale del emisario de la depuradora es de «muy alta calidad». El presidente del GOB insta a Mayol a que distinga entre el agua que trata la estación durante el invierno (cuando viven 7.000 personas) y la que se vierte durante el verano en la Reserva Natural y a 200 metros de la pradera de posidonia del Racó de s'Oli, momento en el que la isla soporta una población superior a los 35.000 habitantes: «Las infraestructuras creadas durante el último lustro, bien sea la desaladora o la depuradora, se han quedado obsoletas y mal dimensionadas». Según Àlvarez, «habrá que ver las consecuencias que tiene ese vertido sobre la pradera», ya fuertemente degradada a causa del fondeo de barcos.
Las pruebas documentales que demuestran la escasa pureza del agua que se vierte a la Reserva, consistentes en fotografías y en un vídeo, «hicieron que la consellera balear de Medi Ambient, Margalida Rosselló, se echara las manos a la cabeza cuando las vio». En las imágenes se observa cómo a 15 metros de profundidad salen de la boca del emisario trozos de heces y de otras sustancias: «Allí, la cosa sale como sale», explica Àlvarez con una mueca de asco.