Sin prisa, pero sin pausa; sin ceremoniosas puestas en escena, pero con contundencia. Así es como los dos ediles de Democràcia Pitiusa (DP), José Torres y Vicent Marí Prats, están haciéndose valer como llave de la gobernabilidad del Consistorio de Sant Antoni. Lo que no pudieron conseguir cuando apoyaron los presupuestos del año 2000 lo logran ahora con la estrategia de negociar su apoyo al equipo de Gobierno, del Partido Popular (PP), en cada asunto.
En el próximo pleno de la Corporación saldrán a la luz los primeros acuerdos entre DP y los concejales del PP: por ejemplo, gracias a ese primer entendimiento entre ambas formaciones el campo municipal de futbol tendrá césped y sistema de riego. Ayer mismo, durante la Comisión de Hacienda, DP confirmó que en el pleno votará a favor de las modificaciones de crédito necesarias para esa obra y para los Planes Insulares de Obras y Servicios.
La negociación entre DP y PP es lo más parecido a un mercado persa: para que el equipo de Gobierno saque adelante sus propuestas, los dos ediles centristas exigen compensaciones: por ejemplo, la del césped del campo de fútbol y otras que, hasta el momento, se han ocultado, como el control férreo de los aforos de las discotecas, así como de los tiqueteros y de la publicidad estática. La reunión que la pasada semana mantuvieron el alcalde, Antoni Marí Tur, y el concejal de Medi Ambient, José Ramon Serra, con los responsables de las principales salas de fiestas fue fruto de la presión ejercida por Torres y Marí Prats, quienes parecen dispuestos a poner coto al desmadre clubber en la bahía.
Hoy, los ediles de DP y del PP librarán un nuevo asalto: el jueves es la fecha de la reunión semanal que mantienen para tratar los asuntos del municipio y negociar qué proyectos se apoyarán mútuamente y cuáles se quedarán sobre la mesa. El polideportivo de Can Bonet será, con toda probabilidad, otro de los temas que DP expondrá en esos encuentros y que será visto en próximos plenos del Consistorio. Los ediles centristas no parecen dispuestos a repetir la amarga experiencia del año pasado, cuando en noviembre se encontraron con los bolsillos vacíos: ni uno solo de los proyectos que habían presentado en enero de 2000 para apoyar los presupuestos se había ejecutado.
Esta vez, cuando tienen la sartén por el mango, están decididos a hacer un seguimiento de cada asunto que pacten. Cada semana, pedirán cuentas al equipo de Gobierno. La prueba de fuego será la apertura de las discotecas, pues desde esa jornada, cada jueves, Vicent Marí y José Torres exigirán un control riguroso de los aforos, horarios de cierre y volumen de la música. Éste año, el ritmo del verano lo imponen dos ediles.