El problema no son los escombros esparcidos por toda la isla; el verdadero problema es dónde acumularlos en caso de que se recojan, según advirtió ayer el alcalde de Santa Eulària. Vicent Guasch exculpó a quienes vierten restos de construcción o demolición a lo largo y ancho de la geografía insular, en 139 vertederos que ocupan 372.889 metros cuadrados o una superficie equivalente de 75 campos de fútbol, según un estudio elaborado por la Conselleria de Medi Ambient. La razón, no hay lugar físico legalziado donde depositar el material.
El vertedero de Ca na Putxa sólo está habilitado para residuos sólidos urbanos (la basura), según explicó ayer el director de Herbusa, Antoni Ribas. Se trata, dijo, de una simple cuestión de volumen: si se llevaran a ese vertedero todos los residuos inertes (los escombros), «en cinco años estaría lleno». Mientras la institución insular soluciona este grave problema, a los constructores sólo les queda una salida: esparcir sus restos por la isla. El 70 por ciento del material de los 139 vertederos incontrolados son escombros.
Ribas señaló que se debe «habilitar una serie de procedimientos, lugares y plantas para que este problema se pueda tratar de forma ordenada y sin perjuicio para el entorno». El director de Herbusa recordó que en 1994 la empresa presentó una propuesta al Ministerio de Medio Ambiente para, a través de unas líneas de ayuda, habilitar unas canteras que permitieran depositar los escombros.
Por su parte, el alcalde de Santa Eulària se mostró ayer enfadado por el hecho de que el Consell presentara públicamente el estudio sobre los vertederos incontrolados. A juicio del edil, hubiera sido más práctico que el dinero destinado a ese trabajo se empleara en retirar los restos. Además, Guasch dijo no creerse que su municipio figure a la cabeza de los vertederos incontrolados. También es partidario de que se habilite una cantera para depositar los restos de obras.