Las Pitiüses carecen de un lugar donde, legalmente, se puedan ubicar las 42.760 toneladas anuales de residuos de demolición y construcción que se generan. Esta situación ha provocado que particulares y constructores se vean obligados a esparcir los restos por la geografía pitiusa, hasta crear 139 vertederos incontrolados en los que el 70 % del material acumulado corresponde a escombros. En el Plan director sectorial de residuos urbanos de las Pitiüses, Govern y Consell intentan dar un giro a esa peliaguda situación.
Alarmados por esta herencia del pasado, agravada por el boom de la construcción de último lustro, han propuesto en el plan una medida de «urgencia»: localizar terrenos destinados a ubicar infraestructuras de tratamiento de ese tipo de residuos, posiblemente canteras abandonadas. Poco más se comenta sobre este asunto en el Plan de Residuos, salvo la necesidad de reducir, minimizar y separar de origen esos restos, y la advertencia de que los materiales de demolición y construcción requerirán, para su gestión, más de una instalación, al contrario que los demás desperdicios.
Existe, además, un presupuesto «orientativo» del coste de adquisición y mantenimiento de este polígono, que tendría unos 100.000 metros cuadrados: 259 millones de pesetas. Las infraestructuras interiores costarían 120 millones. El Ayuntamiento de Formentera informó el viernes de que solucionará ese problema mediante la instalación en el vertedero de una máquina que triturará, hasta convertir en arena, los restos de construcción.