La cultura del pan, la base de la supervivencia de todos los pueblos de la Tierra, incluido el pitiuso, ha sido conocida por generaciones y generaciones de personas que sabían lo duro que era conseguir un pequeño mendrugo que llevarse a la boca. Afortunadamente los tiempos han cambiado y en la actualidad, aunque este alimento milenario sigue ocupando un lugar esencial en nuestras dietas, sus modos de elaboración han cambiado. Son pocos ya los hogares en los que se cuece pan, y las nuevas generaciones desconocen todo su proceso de fabricación. Prueba de ello fueron algunas de las impresiones emitidas por algunos de los alumnos de 5º de Primaria del colegio Mestre Lluis Andreu de Formentera que esta semana inauguraron este taller de artesanía comestible del Camp d'Aprenentatge.
«Yo pensaba que el pan se hacía sólo con harina», explicó Paula, «y he aprendido que para hacerlo se necesita levadura, agua y sal», añadió. Rebeca, otra de las estudiantes formenterenses, reveló la sencilla, aunque desconocida, receta del alimento con el que cada día degusta sus meriendas: «Hemos mezclado dos partes de harina refinada con una de harina integral con agua y levadura de cerveza hasta que hemos hecho una masa. Después movimos la masa, la aplanamos y la tapamos. Al igual que Rebeca, sus treinta compañeros de escuela aprendieron la lección de la mano de Joan Ferrer, el monitor del Camp d'Aprenentatge, y las dos profesoras que acompañaban a los chavales.
Entre reposo y reposo los alumnos aprovecharon para conocer y realizar otras de las tareas relacionadas directamente con la elaboración del pan: molieron granos de trigo en un molino de piedra de los de antaño y salieron al bosque a por leña. El taller mostró las distintas herramientas de panadero entre las que figuran el britjó, el escombrall, la pala o el forcall.