En Formentera hay básicamente tres o cuatro tipos de higueras, como la oriola, s'albucó o la rojal. Pero Pep Mayans, el farmacéutico de Sant Ferran de ses Roques tiene plantadas hasta un total de 17 clases de higueras, algunas de las cuales son el único ejemplar que queda en la isla de Formentera -morisca, napolitana, floral, verdal, verdaleta, coll de dama, coa blanca, cameta, serrona, burdisot, blanca, blanca poma, judía y marinenca-. El origen de este coleccionismo se remonta tan sólo a cuatro o cinco años, pero no como una manía, sino para que no se pierdan las especies autoctónas.
«Hace unos años tenía que replantar unas higueras porque se le habían muerto algunas que ya eran muy viejas y fue cuando comencé mi tarea». La gente comenzó a comentarle los tipos de higueras que había antes por Formentera. «Del tipo lloral sólo quedaban dos, una en la Mola -ya muerta- y otra muy pequeña en la zona de es Cap. Los propietarios me dejaron coger un esqueje que planté y afortunadamente arraigó bien». Algunas de estas nuevas higueras tienen tan sólo tres o cuatro años, edad en la que empiezan a dar frutos. «Pero apenas un puñado de higos, ya que para que empiece a 'rendir' un árbol ha de tener bastantes años», señala Mayans.
Aunque hay varias maneras de sembrarlas, Mayans lo hace a la manera tradicional de la isla «cogiendo una rama de aproximadamente un metro de longitud y dejando el ojo principal a nivel del suelo; de esta manera el ojo se va alargando y crece recto hacia arriba porque se rodea con un pequeño cercado de cañas para protegerlo del viento. Al mismo tiempo, la higuera busca la luz y crece recta hacia arriba». Cuando tiene la altura deseada se le corta el ojo principal y entonces empieza a ramificarse horizontalmente.
Todos los tipos de higos son comestibles aunque «algunas se utilizan básicamente para comer, otras para secar y algunas para alimentar al ganado». Las de secar son la napolitana, la oriola, sálbucó -con cuyas brevas se hacen las xereques, de reconocida fama- así como las de la variedad verdal y julia, mientras que la martinenca se utilizaba más para el ganado.
Las higueras de Formentera tienen una característica muy peculiar, lo que se llama estalonades, es decir apuntaladas mediante dos tipo de palos: los estalons o puntales propiamente dichos, que están en posición vertical, y las perchas que van de puntal en puntal conformando un gran círculo alrededor del tronco y a bastante distancia del mismo. El motivo para estalonar la higuera es múltiple, «la parte superior de las higueras siempre queda quemada por el viento y una manera de evitarlo es dejar que las ramas inferiores vayan creciendo apuntaladas para que el ganado no se las coma. Asimismo es mucho más fácil coger los higos y, finalmente, al estar las ramas en posición horizontal, el retorno de la savia es más lento y propicia que estas ramas sean más frutales y los higos tengan mayor y mejor sabor». El paisaje se completa con las ovejas y las cabras.