Mariá Castelló, un joven arquitecto natural de Sant Ferrán de ses Roques, presentó su proyecto de final de carrera en la Universidad Politécnica de Barcelona y logró la máxima clasificación, algo que no producía desde 1998. Ha sido un diez a la utopía y de ello es consciente Castelló, ya que el centro cultural proyectado para Sant Francesc Xavier no podrá construirse nunca tal y como él lo ha diseñado. «Era consciente de que eligiendo este solar jamás se llevaría adelante el proyecto, pero yo quería hacer un estudio teórico», dijo Castelló, quien al responder por si su trabajo es un simple ejercicio responde enfáticamente que «de estilo y de escuela».
«La elección del solar en concreto es un homenaje, una referencia a la cultura y a la historia de Formentera a todos los niveles», explica Marià, quien, al mismo tiempo señala que si se decidió por un centro cultural en el momento de pensar en alguna utilidad para su proyecto arquitectónico fue porque, confesó, «cuando empecé a trabajar en el proyecto se trataba de una infraestructura de la que Formentera carecía». Actualmente los equipamientos culturales de Sant Francesc pasan por la remodelación del antiguo Centre de es Molí, del Institut Vell, así como la construcción de un centro o espacio cultural por parte de Sa Nostra.
La parcela que este joven arquitecto formenterés eligió para ubicar el centro cultural está situada detrás y a poniente de la iglesia de Sant Francesc, y una de sus lindes coincide perfectamente con la media legua cuadrada que Marc Ferrer donó a su cuñado Antoni Blanc. Esta fracción de tierra está presente en todo el proyecto cuyos dos puntos principales son, según detalló Castelló, «justamente Sant Francesc con su iglesia, y los molinos de sa Mirada. Por eso el trazado, la geometría tan contundente del edificio, responde un poco a esta sección: al paseo peatonal que une el aparcamiento con Sant Francesc. Las dos visuales principales son la de ida hacia Sant Francesc, cuando dejas el coche, y la otra la que tienes cuando llegas al Centro Cultural y miras a la loma con los dos molinos», especificó.
Para Marià Castelló «esta sección es una respuesta al trazado del cuarto de legua en forma de perpendicular, rotunda, y el recorrido del edificio culmina con la integración del cuarto de legua de tierra dentro del mismo edificio», indicó puntualizando que «el salón de actos del edificio en pendiente aprovecha el hecho de que parte del edificio está soterrado y la parte trasera es una porción de ese cuarto de legua». El joven arquitecto considera que la utilización del cuarto de legua y la solución constructiva del cierre son un ejemplo de su reinterpretación de la paret seca de la isla, que es al fin y al cabo la idea que encierra su proyecto, muy moderno y de líneas rectas y sencillas que le ha valido la matrícula.