El presidente de la Cofradía de Pescadores de Formentera, Josep Juan Torres, se mostró prudentemente tras la reunión mantenida ayer en el Ministerio de Agricultura y Pesca para tratar el problema que enfrenta a la flota atunera y a los pescadores de la isla, los grandes perjudicados, ya que ven sus artes destrozadas con harta frecuencia durante la campaña de la pesca del atún rojo en aguas al sur de las Pitiüses. «Si se cumple todo lo pactado creo -dijo el cofrade mayor de los pescadores-, que no ha de haber problema».
Josep Juan Torres explicó que habían conseguido «una de las principales reivindicaciones, que se cree la figura de un coordinador que deberá estar bien en Formentera, bien embarcado en la flota que faena en los alrededores de preferencia en los caladeros». Este coordinador habrá de mediar entre la cofradía y las empresas remolcadoras de jaulas de atunes «para que exista una comunicación continua y fluida entre las partes, con información permanente de los movimientos de los barcos», señaló el Director General de Pesca del Govern de les Illes Balears, Sebastià Covas, que estuvo asimismo presente en la reunión.
El encuentro estuvo presidido por Antonio García Elorriaga, subdirector general de los caladeros nacionales, representantes de las empresas remolcadoras de jaulas y la Federación Nacional de Cofradías, pese a que «este es un problema específico de Formentera», remarcó Josep Juan. El segundo punto clave del que depende en gran medida el buen funcionamiento del pacto de caballeros estriba en «el escrupuloso respeto de la isobata 200 por parte de los remolcadores», han señalado tanto Juan como Covas. La isobata 200 es una línea que delimita los fondos marinos de menos o más de doscientos metros de profundidad y el pacto indica que los remolcadores no podrán navegar en aguas con menor profundidad de los 200 metros ya que se es el límite de los caladeros de los pescadores de Formentera.