Cuarenta bombas con sus respectivos temblores y vuelcos de corazón anunciaron durante los momentos previos al acto inaugural que la cuenta atrás había comenzado por tercer año consecutivo en Eivissa. Bajo un cielo despejado que, afortunadamente no anunciaba lluvia, decenas de personas siguieron los movimientos de las elegantes y trajeadas personalidades que se dieron cita ante el Mercat Vell, entre ellas el alcalde de Eivissa, Xico Tarrés, arropado por la totalidad de la Corporación y la presidenta del Consell, Pilar Costa entre otros, amenizados por los acordes de la Banda de Música Ciutat d'Eivissa que caldeó el ambiente con un escogido repertorio.
Vigilado por un grupo de pajes, el Portal de ses Taules permaneció cerrado y con él el recinto amurallado hasta el momento en que Xico Tarrés pronunció un breve discurso que dio paso a la elegante irrupción en la pasarela de ses Taules de cuatro agrupaciones musicales ceremoniales. Pasaban exactamente diez minutos de las cinco de la tarde cuando se abrieron las puertas y comenzaron aparecer la fanfarria renacentista de Eivissa, los clarins de Castellón de la Plana, los trompeters de Tarragona y los tamborers de Palma. Fue un grupo de simpáticos malabaristas, con una sencilla y sinuosa coreografía de movimientos, la que hizo el primer guiño al público invitándole a cambiar de mentalidad para impregnarse de historia. Algo que consiguieron los intérpretes de unas sinuosas danzas árabes cuya flauta ensoñadora y encantadora acabó de engatusar, como si de una serpiente se tratase, a un público impaciente por subir a Dalt Vila no sin antes presenciar la actuación de danzas judías y un desfile de cabezudos que finalizó con una traca final que daba por inaugurada la tercera edición de la 'Eivissa Medieval'.
Entre el público, formado mayormente por entusiasmados turistas, se encontraba un grupo de 54 ancianos del Hospital de Cas Serres y de la Residencia Reina Sofía acompañados por 56 voluntarios, para seguir desde primera línea todos los acontecimientos, al igual que los vecinos de la zona que se agolparon en sus balcones. La impaciencia de los visitantes fue frenada por algunos miembros de la Policía Local que se encargaron de que la multitud no atropellase a las autoridades políticas durante el recorrido oficial. En la subida por sa Carrossa las personalidades tuvieron un afectuoso recibimiento por parte de los artesanos ibicencos. Fue en el de encaje de bolillos donde el alcalde y la presidenta del Consell, entre otros, fueron obsequiados con un bolillo decorado con una delicada y minúscula puntilla a modo de chapa que colocaron en varias solapas.
Mientras tanto, y ajenos a los protocolos, decenas de turistas comenzaron su particular recorrido por el recinto medieval embobados por la gran oferta de los 150 puestos montados en todo el circuito formado por 9 zonas que finaliza en la Plaza de la Catedral. El abordaje e irrupción entre las mareas humanas de grupos de personajes de época y animadores fueron otra de las notas pintorescas y que más gustaron a los presentes en esta primera media jornada del evento más esperado del año en Eivissa.
Uno de los personajes más simpáticos es un pedigüeño mendigo con una falsa y puntiaguda napia que imploró a los viandantes con un «dame algo, dame algo», que ante su poco éxito para conseguir llenar su saco de limosnas, decidió combinar su indumentaria medieval con un slogan algo más actual: «Dame algo, dame algo y te canto 'Europe is living a celebration'». Ver para creer.
Una mención especial en esta edición del mercado del Medievo merecen los puestos de restauración en la que la oferta es de lo más variada. Si hay algo de lo que se pueda disfrutar en la Fiesta Medieval son las delicias para llevarse a la boca. Y sino que se lo digan a los golosos que intercambiaron y saborearon desde auténticos vinos y productos típicos de la época como los chupitos de hidromiel, hasta algunos manjares posteriores, pero no por ello menos exitosos, como las manzanas acarameladas. Entre los tenderos, la mayoría coincidían al final de la tarde, en que la venta había sido buena aunque no tanto como la del año pasado. «Tal vez porque en la pasada edición el primer día se abrió desde la mañana», comentaba Enrique, tras el mostrador de su puesto de frutos secos.
Algunos de los personajes, como el mendigo leproso, impresionaban ligeramente a los niños que se acercaban a ofrecerle algunas monedas y otros, como el pirata que se paseaba con su loro de peluche sobre el hombro, invitaba a la gente a que hablase con el pájaro. A un ritmo pausado, igual que el de la época de los carros de bueyes, cruzadas y peregrinaciones jacobeas, paseantes de todas las edades y nacionalidades disfrutaron de una estancia en el recinto amurallado convertido en un oasis de la historia de Eivissa que continúa hoy y mañana con numerosas actividades de calle. Una de las zonas más visitadas será la del Baluart de Santa Llúcia, donde se encuentran expuestas aves rapaces amaestradas que desplegarán sus alas siguiendo las indicaciones de sus amos, ajenas a los cientos de ojos que sigan sus sinuosos movimientos.