Como seguro que les enseñaron, la primera de los aventajados alumnos de la academia en salir al escenario, Chenoa, subió al escenario con puntualidad suiza. Tenía que satisfacer los exacerbados deseos de un público, entregado antes de empezar, con sus temas más populares como «The Best» y «Ven, ven, ven», cuyas letras que sus fans cantaron, corearon y aplaudieron con mucho entusiasmo. Y es que todo hay que decirlo, la cantante mallorquina supo muy bien como hacer mover al público, sin dejar de hacer bromas, de bailar y de animar a todos los que estaban allí.
«Nube Blanca» (traducción española de su nombre indio) daba las gracias en numerosas ocasiones por el recibimiento: «Estoy muy contenta y agradecida de que me hayáis traído», exclamaba. La conexión parecía total; no hacía más que dirigirse a los fans: «Siempre que queráis traerme, vendré», prometió, provocando un alud de gritos y aplausos. Al público le habían gustado esas palabras. A las 10'55 horas la artista tenía que despedirse, pero no sin antes cantar una de sus canciones más sonadas: «Cuando tú vas». Y al terminar, un guiñó: «Mil besos, gràcies i bona nit a tots».
Era el momento de hacer cambios en el escenario y de comprar bebidas y bocadillos. Fue entonces, con la luz encendida, cuando se veía, por todos lados, el verdadero significado de la operación Triunfo. Niñas con la camiseta de sus ídolos y del popular proyecto de creación de estrellas. Chicas que iban de un lado para otro con el nombre de los artistas tatuados en la cara, en la frente o en los brazos, pero también se empezaba a descubrir el cansancio en las caritas de los más pequeños. Para muchos de ellos era una noche de estreno: era su primer concierto y tenían que superar el bajón de la espera y el que provocaba el calor y el griterío de la noche que les habían preparado sus artistas favoritos. Los servicios de limpieza también aprovecharon este intermedio para poner en marcha las escobas y recogedores debido a que los recipientes de las bebidas y los envoltorios de los bocadillos empezaban a formar parte de la «decoración» del lugar y ocupaban una parte creciente del suelo del recinto.
A las 23'30, el público empezaba a gritar y a silbar; se estaba impacientando, pero entonces se apagaron de nuevo las luces y miles de gritos de emoción se escucharon al unísono. Bustamante aparecía en el escenario con una camisa estampada y cantaba «¡Oé, oé, oé, oá!». Luego, «Si tengo que morir» y «No soy un superman», con un ritmo frenético con las bailarinas. Las chicas gritaban el nombre del cantante, movían tubos fluorescentes al ritmo de las canciones y se empujaban para poder llegar más cerca de su ídolo. El número de atenciones de los equipos médicos evidenciaba que no era un concierto normal.
Eran las 23'45 de la noche y los fans de Chenoa y David habían tenido su recompensa, pero todavía quedaban los seguidores de Verónica. Era hora de que la cantante de Elche se dejara ver en el escenario. Hizo su aparición con «Volveré», mientras aclamaba al público de la isla. La sensual Vero supo hacerse querer e hizo sudar al público que la coreaba, se movía de un lado a otro, daba el micro al público para que cantara y agradeció poder estar en Eivissa: «Es una isla maravillosa», exclamó.
Cantó una de sus canciones en inglés y, acto seguido, «Se oye una canción», de la película de Walt Disney «La Bella y la Bestia». La audición terminó a la 1'30 de la mañana, habían pasado diecisiete horas y media desde que las primeras fans se habían agolpado en la puerta del recinto. Había sido un día duro y largo, había hecho sol, había llovido... Y sin embargo, casi nadie deseaba que esa «noche mágica», como la había llamado Bustamante, hubiera acabado jamás.