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Cuanto más improvisada, mejor

El grupo «Benidrums» llevas más de 10 años haciendo música

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Tambores, bongos, djambeis, timbales, djoljarido, platillos, tubas, maracas, panderetas y caracolas marinas son algunos de los instrumentos que el grupo 'Benidrums' utiliza desde hace más de 15 años, cuando se formó, para hacer su música de ritmo étnico y percusionista. Música espóntanea que sale del corazón y en la que se emiten muchos sentimientos, es lo que hacen Raul, Günter, Nando y Fidel, componentes de esta formación, todos los miércoles en el mercadillo hippie de Punta Arabí.

Sin ningún tipo de estudios, simplemente mirando a otros músicos y viajando por todo el mundo ha sido como estos hombres han aprendido a tocar este tipo de instrumentos. En este sentido, explican que «no es una música que requiera mucha preparación ya que es espontánea». «Es imposible repetir una pieza. Empezamos a tocar y nos dejamos guiar por el ritmo y por la música», aclara Nando. Por eso, «no podemos decir que es música de Àfrica o de Asia. Es música de Eivissa, de Sevilla, Barcelona. De el mismo momento en que se está tocando». «Cada interpretación es especial y diferente», explica Günter. Incluso añaden que es diferente dentro de la misma isla tocar por ejemplo en Las Dalias, que es un recinto cerrado, a hacerlo en el mercadillo de Es Canar al aire libre. El público en general se suele entregar mucho ante estos sonidos que te hacen moverte inconscientemente. Los músicos se sienten muy arropados por toda la gente que se congrega a su alrededor, se entregan a ellos y les transmiten sus sentimientos y su energía a través de las piezas que tocan. «Es una música muy expresiva, muy energética, nos expresamos libremente y el público nos transmite mucho. Captamos el estado de ánimo del público y le hacemos que sienta nuestra energía», afirma Fidel. «La música cuanto más expresiva y más improvisada mejor suena». La mezcla enriquece los sonidos y los ritmos. Cada músico aporta algo de sí mismo a la fusión. Se deja llevar por la música y con una simple mirada se comunican unos con otros dando rienda suelta a la fusión de sonidos.

La euforia se alcanza cuando las manos de los músicos prácticamente no se ven por lo rápidas que se mueven al tocar los bongos. Éstos se entregan hasta el punto que llegan a cantar con voces trivales. Muchas veces se une a esta formación una bailarina de danza africana y asiática.

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