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Con años pero con garbo

Ayer fue un día en el que los mayores de Sant Llorenç, Sant Antoni y Eivissa disfrutaron de baile y diversión

En el Hospital Residencia Asistida Reina Sofía el baile antecedió a la comida. Foto: V. FENOLLOSA.

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E n tres puntos de la isla, Eivissa, Sant Antoni y Sant Llorenç, los mayores fueron ayer los protagonistas. Una costumbre que pone de relevancia el respeto que estas personas merecen y que debe servir para recordar a todo el mundo que esa atención se les debe prestar en el día a día. El Hospital Residencia Asistida Reina Sofía fue el lugar en el que con más prontitud se iniciaron las actividades. A las 12'00 horas se celebró una misa a la que asistieron no sólo los residentes y empleados, sino también algunos familiares y los componentes de la rondalla 'La Afición' quienes amenizaron con su música los pasillos. El baile, en el que más de uno se lució con unos diestros pasos, tuvo lugar nada más acabar el oficio religioso y mientras en el comedor daban los últimos toques a los preparativos de la copiosa comida.

Este día festivo se celebra desde que abrió el centro en el año 1977 y siempre tiene lugar en un domingo de agosto, no mucho después de la festividad de Santa María. Precisamente este año se cumple el 25 aniversario de la apertura de la residencia y el director, Félix Torres, comentó que en el mes de septiembre se iniciarán los actos que conmemoren tan señalada fecha.

Aunque no bajó a la misa ni a la comida, Asunción Cardona estuvo en boca de todos. Ayer, 18 de agosto, esta ibicenca, que vivió gran parte de su vida en Villa Asumpta, en el centro de Eivissa, y regentó una pastelería junto a su marido, cumplía 104 años. Dulce y cariñosa, Asunción tiene su habitación no muy lejos de la de María Ramón, de 103 años de edad. María sorprende por su vitalidad y por sus ganas de hacer cosas, algo que se materializa en los continuos bordados que llenan su habitación. Pero sobre todo, reconforta observar su buen humor, sus risas y su rubor a la hora de ser fotografiada.

En Sant Antoni las tardes de los miércoles son sagradas para el Club de Jubilados del municipio: están dedicadas al baile desde hace tres años. Ayer, esta tradición se retrasó hasta el domingo para incluirse como una actividad más del programa de fiestas. A partir de las 18'00 horas la sala del mercado de Clot Marés se llenó de hombres y mujeres que disfrutaron de la música de Juan Carlos y su acordeón. Al grito de ¡cambio de pareja! llegaban las risas y el alboroto; mientras, Rita Costa, presidenta del Club de Jubilados, se encargaba de vender números para la rifa. «Con la rifa pagamos al músico, aunque hoy es algo especial porque lo costea el Ayuntamiento», explicó Costa. También hubo tiempo para que diferentes juegos se mezclaran con el baile que no decayó hasta bien entrada la noche.

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