Eivissa acogió ayer, por primera vez, el Gran Prix Internacional 2002 de Colombofilia. Un evento que ha atraído a aficionados de China, Cuba, Bélgica o Rumania. La larga espera, que concentró a unas 150 personas en una finca adyacente al Hipódromo de Sant Rafel, no tuvo un final feliz, al menos en su primera jornada. Al cierre de esta edición no había llegado ninguna de las 169 palomas soltadas en Lorca, Murcia. Los viajes que realizan las palomas mensajeras en estas competiciones pueden convertirse en una auténtica odisea. Los halcones, las lluvias, los fuertes vientos o simplemente las enormes distancias a veces son obstáculos insuperables para estas aves. «Se sueltan cientos de palomas, pero con que lleguen el 25% de éstas a su destino ya nos damos por satisfechos», explicaba Carlos Marqués, presidente de la Federación Colombófila Nacional e Internacional. La complejidad se incrementa si como en este caso se compite con pichones en vez de palomas adultas.
El Club Colombófilo de Santa Eulària y el de Portmany son los responsables de un encuentro en el que también ha colaborado la Federación Colombófila Española, la Internacional y la Balear. La competición se mantendrá abierta hasta las 18'00 horas, momento en el que si no ha llegado ninguna paloma se clausurará sin ningún ganador.
El viaje de 320 kilómetros comenzó a las 09'30 horas en Lorca, aunque realmente han sido necesarios varios meses de entrenamiento. «Durante dos meses las hemos preparado, primero soltándolas sobre el hipódromo, más tarde sobre el mar y finalmente sobre Alicante», apuntó Antonio Ferrer, uno de los organizadores. Las virtudes y desventajas de Eivissa como escenario de un derbi de estas características están claras, según Carlos Marqués: «Las condiciones meteorológicas son óptimas, pero atravesar el mar complica el trayecto», decía. De hecho, de las 377 palomas que en un principio se inscribieron finalmente han competido 169. El resto no consiguieron superar los entrenamientos.