El ciclismo no sólo es un deporte o una afición, también puede convertirse en una fiesta. Y ayer quedó claramente demostrado en la IV Pujada Cicloturista al Castell de Bellver que cada año organiza la ONCE de Balears dentro de los actos programados con motivo de la festividad de Santa Llúcia.
A las 11.30 de la mañana era la hora para dar la salida a todos los participantes, unos aficionados que desde mucho antes se habían concentrado en la sede de la ONCE de la calle Manacor, desde donde se repartieron los dorsales.
Muchos cicloturistas, e incluso familias enteras, participaron de esta fiesta, en la cual no hubo vencedores ni vencidos, sino sólo participantes. La marcha fue en grupo, a un ritmo que podían seguir todos los corredores. Destacaron las bicicletas tipo tándem, en las que iban los aficionados al ciclismo invidentes, que demostraron estar muy bien preparados.
También destacó la gran presencia de niños y jóvenes, lo que demostró que en sus cuatro años de vida este jornada, el último encuentro cicloturístico de la temporada, ya se ha convertido en tradicional para muchos aficionados al mundo de las bicicletas.