Si enciendes la radio y escuchas a un pastor evangélico pinchando música house te quedas enganchado, es inevitable», dice Igor, presentador del programa Club Ibiza en Cadena 100, en el que cada viernes, a partir de las 21'00 horas, pincha Dj Ruby Cube, también conocido como Luis Rodriguez, un pastor evangélico de la iglesia Filadelfia. Ahora Luis tiene 33 años («la edad de Jesucristo», bromea) y tiene muy claro que para él lo importante es «transmitir el mensaje de Dios», pero lo cierto es que la vocación religiosa le llegó tarde; a los 20 años era conocido en Eivissa como Dj Gypsy, el nombre artístico con el pinchaba en la discoteca Space.
«Pasé unos cinco años como residente, que era donde yo siempre había querido llegar, pero el trabajo de la noche es difícil y sentía un vacío que no sabía cómo llenar, me faltaba el equilibrio espiritual», explica. Fue entonces cuando, tras una visita a la iglesia, descubrió la fe. En ese momento y, a pesar de que la música había sido su pasión desde los 16 años, le dio la espalda a una vida en la que, reconoce, había llegado a «desmadrarse». «No he vuelto a pisar una discoteca desde hace 11 años», asegura.
Hoy, el que fue Dj Gypsy ejerce como pastor evangélico en la iglesia Filadelfia y trabaja como cocinero en el hospital Can Misses y aunque rechaza cualquier oferta para pinchar de nuevo en una discoteca (recientemente le llamaron de Space y Pachá), en la radio ha encontrado el lugar idóneo para unir religión y música. «Igor me ofreció hacer este programa y acepté con la condición de poder transmitir el mensaje de Dios, lo más importante». Así lo hace y, según Igor, le sigue «una legión de chavales». Incluso, gracias al chat de la emisora, han descubierto que tiene fans en una peluquería de Sevilla o en un supermercado de Buenos Aires. Luis sabe que no se aceptaría que un pastor trabajase como discjockey, pero sueña con hacer llegar la música house a la iglesia. «En Inglaterra se hace mucho y me gustaría mezclar la música house suave con la celestial, es una forma de alabar a Dios». l Sara Yturriaga