En enero de 2001 el edificio de Viajes Barceló, en el que la constructora Saguri hacía obras, se derrumbó. El edificio colindante, en el que vivían casi treinta personas quedó seriamente dañado en su estructura y fue desalojado. Dos años y medio después de aquel suceso las familias continúan en la calle, «sin ayudas, pagando la hipoteca del piso más el alquiler de la vivienda actual, y sin que se celebre el juicio». Dos de los vecinos afectados iniciaron ayer un segundo encierro de protesta en el interior del edificio (ya se habían encerrado por la misma causa en abril del año pasado), que ha sido literalmente expoliado por «ocupas» que han vivido en él durante el desalojo.
Juan Manuel Miranda, mecánico y padre de dos niños y Juan José Peciña, chófer y padre de una niña pequeña, pernoctarán en el edificio hasta que se ponga fecha al juicio. Peciña denunciaba ayer, con la voz rota por los nervios, «el desamparo» en el que viven desde hace 29 meses.
Las diligencias previas del juicio contra las dos empresas «están cerradas», afirma y, sin embargo, no se ha llegado al juicio porque «hay presiones ».
Si llega la orden de desalojo la acatarán sólo por la fuerza y trasladarán la protesta a otro lugar. No tienen «nada más que perder».