La lagartija es el único representante que nos queda de la fauna que había en las islas antes de que llegasen los humanos, es la fauna endémica por excelencia, lo que se dice un fósil viviente». Éstas son las palabras de la bióloga Nuria Riera, decidida desde hace tres años a completar una tesis «sobre la interacción entre la flora y la lagartija». Trabaja a través del IMEDEA (Institut Mediterrani d'Estudis Avançats), donde se ocupan de dos áreas, la física interdisciplinar y los recursos naturales. En este último departamento se encuadra la labor de esta bióloga que esta semana ha ofrecido sendas charlas organizadas por los responsables de los Parques Naturales de ses Salines y Cala d'Hort y dirigidas a estudiantes de Eivissa y Formentera.
«Les he hablado de cómo hace seis millones de años, cuando se cerró la circulación del mar Mediterráneo con el Atlántico, llegaron las lagartijas a las Pitiüses -explica- y que cuando un millón de años después se abrió de nuevo se quedaron aisladas en esos fragmentos que conforman las islas Balears y los islotes». Actualmente, en las Pitiüses, existen 23 subespecies de la sargantana pitiusa (podarcis pityusensis). Son más grandes que sus ancestros peninsulares, siguen una dieta vegetariana (en la península son insectívoras) y las tasas de reproducción también son diferentes. «En las Pitiüses ponen menos huevos pero éstos son más grandes y, además, a veces se reproducen más de una vez al año», afirma Nuria Riera. En Eivissa y Formentera se pueden observar con frecuencia estas «joyas de la fauna pitiusa», mientras que en Menorca y Mallorca se localizan en los islotes de alrededor.S.Y.