Las cuevas de Can Marçà en el Puerto de Sant Miquel llevan más de
20 años acogiendo las visitas de aquellos curiosos que desean
conocer la historia que rodea a estas grutas, un emocionante
argumento que bien podría convertirse en el guión de una película
de piratas.
Se sabe que la cueva tiene una antigüedad de más de 100.000 años y
se ha formado por las fallas telúricas, ha pasado por glaciaciones
y calores tropicales estando en la actualidad casi fosilizada salvo
en las más profundas galerías donde aún siguen formándose
estalactitas.
Esta cavidad del puerto de Sant Miquel era utilizada por los
contrabandistas en el siglo XIX, en ella los piratas ocultaban su
botín introduciéndolo desde el mar por una abertura situada entre 8
y 10 metros del mar. Actualmente se pueden distinguir las señales
de pintura roja o negra que marcaban el camino de salidas
alternativas en el caso de encontrarse con alguna emergencia.
La visita a esta gruta está orientada por un guía que cuenta la
historia de los contrabandistas y explica las distintas galerías
que al paso de la excursión aparecen. La explicación se ofrece en
varios idiomas, según los turistas que acudan a la visitas.
En la vuelta por la cueva de Can Marçà se pueden ver huesos y
fósiles de animales, principalmente de roedores y de aves.
Cuando se decidió abrir la cueva al público se utilizó dinamita
para ampliar los caminos por los que los contrabandistas se
arrastraban, y así poder visitar algunas de las galerías que
constituyen este curioso lugar. Pequeños focos orientan la visión
de la excursión, pero manteniendo el oscuro y sombrío ambiente de
la mojada cueva. Uno de los atractivos que se ofrece es la cascada
acompañada de un brillante juego de colores y una relajante música
que agrada a todos los turistas. También hay pequeños lagos de un
reflejante amarillo producido por el flúor añadido al agua y la luz
de neón que alumbra a estos charcos. Una original idea que, además,
hace que esta visita de media hora sea muy grata e interesante. Tan
sólo 5,50 euros para adultos y 3 euros para niños es el precio de
la visita. El lugar es fácil de encontrar: desde el puerto de Sant
Miquel se señala el camino a seguir para llegar al mirador y donde
se divisa todo el puerto. Un día de verano esta cueva puede llegar
a recibir a 300 o 400 personas.
Natalia Cárdenas
Las cuevas de Can Marçá, cavernas de contrabando