Las calas de Sant Antoni son, en su mayoría, lugares que merece la pena visitar. Sin embargo el pequeño inconveniente de todas ellas es que al estar tan próximas a la ciudad suelen estar muy concurridas.
Cala Gració y Cala Gracioneta son junto con Cala Salada de las más visitadas de este municipio. Entre semana es normal que la mayoría de sus visitantes sean turistas extranjeros, mientras que los fines de semana se llena con gente de la zona. A pesar de lo reducido de su tamaño, sobre todo Gracioneta, son bulliciosas pero familiares, que gusta a todos.
Gracioneta tiene una curiosa forma de embudo. Gració es algo más grande, ya que, se extiende hacia el fondo.
Son de fina arena dorada y aguas claras y transparentes. Es importante destacar que la más pequeña, Gracioneta al estar tan protegida, apenas sopla una ligera brisa. Este recogimiento hace que no haya ni el más mínimo oleaje. Ninguna de ellas son profundas. Por todo ello, el bañarse es un placer, sobre todo para niños y mayores. La riqueza de sus fondos presenta un espectacular paisaje submarino a aquellos que decidan adentrarse en el mar un poco más. Para muchos, son una gran piscina natural. Por las noches, en Cala Gració, el restaurante ilumina la orilla confiriéndole un aspecto como si de un oasis se tratase.
Las dos disponen de alquiler de hamacas y sombrillas, aunque no hay muchas y es mejor ir temprano para poder cogerlas.
Es importante saber que no hay ningún puesto de socorro, ni servicio sanitario en niguna característica bastante común en la mayoría de las playas de Eivissa.
En cala Gracioneta hay un restaurante que se llama «El Chiringuito». Las vistas desde cualquier mesa son realmente idílicas. La carta con arroces y pescados ofrece platos deliciosos.
En Cala Gració también hay un restaurante y una tienda con productos étnicos, tatuajes y complementos.
Cualquiera de las dos calas gozan de un ambiente estupendo.
S. M. Debelius