Están apareciendo constantemente noticias sobre Ibiza no demasiado alentadoras, incluso diría que malas para la imagen de la isla. Ese fue el caso de la información aparecida sobre que la delincuencia en Baleares había aumentado un 41% frente al año pasado, situándose esta comunidad en primer lugar y el municipio de Ibiza y de Sant Antonio como los dos municipios con más aumento del país. Por otra parte, también hemos sido noticia en el parlamento inglés, donde un diputado de la oposición ha interpelado a Tony Blair diciéndole que qué medidas pensaba tomar tras la muerte de tantos jóvenes en la isla, porque por lo visto han fallecido más en accidentes aquí que no en la guerra de Irak. Supongo que el desplazamiento del embajador de Inglaterra a Ibiza tendría algo que ver con eso.
Pasando a otro tema, asistí el otro día a un magnífico concierto patrocinado por la Fundació de Castells Culturals de Catalunya y bajo el patrocinio de la Banca BNP Paribás, en la plaza de la Catedral. Magnífico en todos los sentidos, por parte del público, por la voz maravillosa de la soprano y por la gran pianista que la acompañaba. Hay que decir que durante cinco años este banco esponsoriza conciertos en la isla; el año pasado fue en Can Ventosa, por ser un ballet de la Ópera de París, y esta vez ha sido una soprano, también de la misma ópera.
El público de Ibiza responde con entusiasmo a estos eventos y los conciertos son siempre gratuitos, consiguiendo estos actos tener un nivel altísimo.
Este año la asistencia fue un verdadero via crucis, subimos por la carretera que rodea las murallas y cuando llegamos arriba nos encontramos unos veinte coches y a un policía indicando que diéramos media vuelta, todo porque había cinco autobuses bloqueando el paso de un aparcamiento que estaba vacío. Teniendo en cuenta además que, a pesar de que el Ayuntamiento prohibe las obras en verano, toda la carretera que rodea la muralla está con una zanja enorme y muy peligrosa. En estas condiciones tuvimos que hacer marcha atrás, enmedio de una situación totalmente caótica.
Le pregunté al policía por qué no había otra persona abajo avisando de que no se podía subir, pero el pobre me dijo que él era un policía de playa, que le habían mandado ahí y que no sabía nada de nada.
Dicen que para muestra un botón, pero yo voy a mostrar hasta dos botones. Otra señora que vive en la parte alta de la ciudad y tiene pase, subió en coche, no pudo aparcar, bajó y tampoco consiguió aparcamiento en la ciudad; tuvo que dejar el coche en Marina Botafoch, de allí coger la barca, correr hasta Vara de Rey y en aquel momento el microbús había desaparecido. Menos mal que nos encontró a nosotros que veníamos de arriba y todos subimos juntos a pie. Todas estas personas tienen nombre y apellidos y todo esto no es ningún invento.
Lo malo es que al llegar por fin arriba, la soprano y la pianista tampoco habían podido llegar y el concierto comenzó con tres cuartos de hora de retraso. Y una vez finalizó la exhibición musical, el cátering que debía servir la cena tuvo que subir andando y por el camino se les volcó parte de la comida y con los restos llegaron a Dalt Vila. La princesa Mª Gabriela de Saboya también sufrió lo suyo, igual que el barón y la baronesa de Albi, que son los promotores de estos eventos.
Curiosamente no vi a las primeras autoridades de Eivissa, lo cual me asombró cuando los ciudadanos de a pie y los que vienen de fuera sí llegaron; no sé si fue que por el camino, vistas las dificultades, desistieron, o bien que tienen la misma opinión de la música que Napoleón, que decía que era «el menos molesto de todos los ruidos». La cuestión es que me asombró su falta de presencia.
La organización del evento quedó un poco tocada del ala e incluso se ha insinuado que se replantearían el seguir en Ibiza, con lo cual podríamos perder unos conciertos importantísimos, ya que el de la isla es el único que patrocina en España Paribás. Además me dijo uno de los organizadores que lo hacían por el gran amor que sentían hacia la isla. Pienso que esto merece un replanteamiento y una mayor atención hacia los que vienen de fuera; pero no tenemos que rasgarnos las vestiduras porque siempre nos quedarán los espectáculos de Pocholo.
Mientras me recreaba oyendo las magníficas arias pasó por mi cabeza el carnaval de Ibiza y una de las carrozas cuyo lema era 'Ibiza Patrimonio de la Vulgaridad'. Espero que fuera el único que lo recordara. Y ya que estamos en fiestas, le deseo a todo el mundo 'Molts anys i bons'.