La playa que hoy nos ocupa destaca por sus reducidas dimensiones y por su tranquilidad. Cala Molí, desde la que se divisan unas magníficas panorámicas de la Illa d'Espartar, es un buen lugar al que ir a pasar una jornada playera si lo que se quiere es un poco de tranquilidad, a pesar que en las fechas en las que nos encontramos es difícil que las playas no se encuentren atestadas de bañistas. Lo ventajoso de esta cala, a la que iba a morir un torrente actualmente seco, es que cuenta con un ambiente familiar y tranquilo que hace que la estancia en el lugar sea relajada.
Situada entre bellos e irregulares acantilados, esta playa cuenta únicamente con un restaurante, y servicio de hamacas y sombrillas que en este caso se agradece , ya que el suelo está formado por pequeñas piedrecitas que pueden llegar a ser molestas con el paso de las horas e incluso peligrosas a la hora de meterse en el agua. De ahí que sea recomendable caminar calzado en la arena y dentro del agua.
«Es una playa muy tranquila a la que todo el mundo viene en coche. Antes venían barcos con excursiones pero el pequeño muelle que había no está en buen estado y ya no vienen», explica Juan, un vendedor de fruta que da el toque de color y sabor a este rincón de la costa de Sant Josep.
Frecuentada por turistas mayormente españoles, Cala Molí cuenta en su lado derecho con unas casetas de pescadores típicas, integradas en las paredes de piedra del lugar a través de las cuales se puede acceder a una zona de rocas desde las que caminar para ver de cerca s'Illa d'Espartar desde donde se pueden ver unas bellísimas puestas de sol que nada tienen que envidiar a las de Sant Antoni, según comenta Agustín Cardona, propietario del Restaurante Cala Molí.
Un único punto a criticar en esta playa es la incursión de los vehículos en la zona de arena. Desgraciadamente son muchos los conductores que, debido a la falta de un aparcamiento, se niegan a aparcar a ambos lados de la carretera y deciden libremente estacionar su vehículo casi a pie de playa.