La moda evoluciona o involuciona, según se mire, con el paso del tiempo. Prendas que en su momento marcaron el estilo de una época entran en decadencia con el relevo de otras que prometen dejar huella. Pero la moda es así, crea sueños, ilusiones, desengaños e incluso manuales de comportamiento. Todo para hacer de la vestimenta un arte, una manera de destacar o alienar a la persona, que se deja sorprender cada año con las nuevas propuestas.
Hay prendas clásicas que nunca mueren, que brillan por sí solas y tienen la capacidad de permanecer en la cúspide del 'glamour' año trás año. A veces sufren alguna ligera modificación, pero siguen siendo las mismas. Un buen ejemplo serían los vaqueros. ¿Cómo iba a imaginar su creador que desfilarían por las pasarelas más prestigiosas del mundo?, pero no es lo que concierne en este momento. Lo que realmente interesa es otra prenda. Una que tienen el 99% de los habitantes del planeta Tierra. Una que se utiliza a diario: la camiseta. Sí, la clásica camiseta que también ha mutado en millones de clones con un denominador común.
Las camisetas forman parte de nuestra vida diaria. Dormimos con ellas, comemos con ellas, nos bañamos, trabajamos e incluso sirven para asistir a una recepción real. No es broma, con una camiseta se va bien a todas partes aunque, entendemos que la nobleza utiliza unas con marca de diseñador, claro.
Este año, la moda ha querido que se conviertan en un icono que refleja los sentimientos de su propietario, o por lo menos que expresa una idea común con el resto de los mortales. Unas pasarán a la historia como las del "No a la guerra" o las de "Nunca mais", mensajes directos, claros y sencillos capaces de ser comprendidos en casi todos los idiomas. Otras no llegarán muy lejos pero nos harán pasar un rato divertido como las que brillan, marcan la temperatura o incluso reflejan el latido del corazón.
La novedad, que no es tal sino moda, es la de customizar o personalizar las camisetas uno mismo. Con unas pinturas, un bote de purpurina y unas tijeras se hacen maravillas que sólo porta el creador.
También se ven mucho las que llevan números estilo deportista. Números eróticos cómo el 69, supersticiosos cómo el 13, fanáticos cómo el 23... todo para ir bien conjuntado según las normas del diseño.
Pero al fin y al cabo, una camiseta es una camiseta y por mucho que digan los diseñadores, para gustos los colores y para camisetas los miles de modelos que podemos encontrar. Realmente, desempeñan más o menos el mismo fin aunque se compren en un mercadillo por tres euros.
S. M. Debelius