La actividad en la Cofradía de Pescadores de Eivissa empieza muy temprano cada día. Sus puertas se abren a las 06,00 horas de la mañana y se cierran doce horas después, pero las tripulaciones afiliadas comienzan mucho antes sus salidas al mar. La hora de partida está fijada a las 04,00 horas tanto para las embarcaciones de artes mayores como para las de artes menores, que tienen por delante un buen puñado de horas para echar sus redes al mar en busca de sabrosos pescados con los que surtir a muchos vendedores minoristas instalados en distintas pescaderías de Eivissa y alrededores.
«En la cofradía hay actualmente cuarenta afiliados de embarcaciones de Santa Eulària, Sant Josep y Sant Joan», comenta Xico Cardona, secretario de esta entidad que explica que la isla se divide en dos cofradías: la de Eivissa, que gestiona desde Portinatx hacia el Este hasta sa Caleta, y la de Sant Antoni, que tiene competencias en el resto de la costa de la isla.
Con cerca de 80 marineros en activo, esta cofradía es la más numerosa de las Pitiüses y cuenta con una mayoría de pequeñas embarcaciones de artes menores con un sólo marinero a bordo y siete de arrastre con una tripulación que oscila ente los cuatro y cinco componentes.
Estos días comienza la temporada de pulpos, sepias y calamares
pero durante las descargas no es difícil ver cajas repletas de
rotjes, jarrets, salmonetes, morralla o gatons, tal y como
mostraban las cajas del arrastrero Ganasa tras diez horas de
búsqueda por las costas cercanas a la isla de Formentera. «Hoy
hemos tenido un día bueno», comentaba Miguel Costa, el patrón de
esta embarcación mientras empujaba el carro con las capturas en
dirección al edificio de la cofradía acompañado de Mariano y Toni,
dos de sus marineros de a bordo junto con Bartolo. Junto a la
báscula de pesado les espera Carlos, de Pescados San Jorge, uno de
sus clientes habituales, que acude a recoger su pedido.
«Siempre les vendemos las mismas cantidades pero si tenemos una
captura extra avisamos a nuestros compradores», explica Miguel
quien junto a su tripulación finaliza su jornada laboral en el
interior del edificio de la Cofradía tras pesar lo recogido en la
marea y colocarlo en las cámaras frigoríficas. Eva
Estévez