Nada hacía prever que Manuel Fresneda Cabos acabaría encontrando en la piedra una forma de expresión. A sus 42 años este hombre ha aparcado la jardinería, profesión a la que se había dedicado gran parte de su vida, y ha iniciado un acercamiento a un trabajo artesanal con sólo una lima y piedras que él mismo recupera de diferentes zonas de la isla. «Hace año y medio me separé y hace unos diez meses encontré en estos trabajos una vía de escape», explica este granadino instalado en Eivissa.
Sobre piedras de marés esculpe rostros que reflejan diferentes expresiones, lo que sus amigos llaman 'maneles'. «Cuando empiezo nunca sé qué me va a decir la piedra, pero lo que es verdad es que cada figura es diferente», explica. De momento se trata sólo de una simple afición, pero Fresneda no descarta llegar a dar a conocer su trabajo si es que alguien se interesa por él. «Algún día me gustaría presentar una exposición y vender, o incluso organizar un taller para niños porque si algo caracteriza a este material es que es muy manejable». Ahora sólo sus familiares y amigos más allegados conocen lo que hace porque además él no duda a la hora de regalar algunas de las esculturas a los conocidos.
«No desaprovecho nada, con las piedras que me sobran hago piezas más pequeñas», indica señalando las pequeñas figuras que se reparten por todo su jardín. Los rasgos de los rostros que deja plasmados sobre las piedras son sencillos aunque muy marcados. Un indio, una mujer que se funde con un hombre,... todos tienen títulos con los que Manuel bautiza cada pieza para identificarla. Sara Yturriaga