H ablaba en mi última crónica de mi amiga Niní Montián y hoy también será protagonista en mi página. Como fe de errores tengo que comentar que en la última crónica dije que la conocí en una fiesta organizada por la Condesa de Nieves cuando en realidad quise decir Condesa de Yebes.
La historia ocurrió a principios de la década de los 70 y tuvo lugar en Ibiza en una fiesta extraordinaria tanto por el ambiente y la categoría de los invitados, como por su organización, cuidada hasta en los más mínimos detalles. Creo que fue la fiesta más importante que se ha dado en la isla y tras ella no he visto nada que se le haya acercado. Me refiero a la inauguración deClub Cala Vadella.
Vinieron aviones fletados especialmente para la ocasión desde Madrid, Francia, Alemania, etc, reuniendo a varios centenares de políticos, banqueros, artistas, aristócratas, diplomáticos... La lista era interminable. Los anfitriones, el matrimonio Boyadjiew, Ada e Iwán, ambos de origen búlgaro, organizaron un evento que duró dos días enteros.
Cuando los invitados llegaban al aeropuerto se les hacía entrega de un coche o se les desplazaba en autobús hasta el Club y la señora Boyadjiew, vestida de payesa y con una magnífica emprendada, recibía a sus invitados regalando a las señoras ramos de flores. A la llegada al Club se les alojaba en bungalows.
Para la cena la invitación exigía rigurosa etiqueta: las señoras de largo y los caballeros de esmoquing. Al atardecer, antes de la cena, se sirvió un fantástico aperitivo que dio paso al ágape. No voy a describir en estas líneas ni el menú ni los vinos porque no es mi estilo. Únicamente diré que estuvieron a la altura de los invitados.
Me extrañó la poca presencia de ibicencos y aún hoy me pregunto porqué los Boyadjiew me convidaron. La cena se servía bajo unas carpas enormes que montó la misma empresa responsable de las de Persépolis cuando e sha de Persia acogió a sus invitados cuando nombró a su mujer, Fara Diba, Emperatriz al haberle dado un hijo varón. Tras la cena, barra libre y baile en la discoteca hasta altas horas de la madrugada.
La fiesta empezó muy bien. Afortunadamente me encontré con bastantes amistades de Madrid, entre ellas la incombustible Niní Montián. Me cogió del brazo y me presentó a medio mundo, entre ellos a Mariola Martínez-Bordíu, nieta de Franco, y a su novio oficioso, y a todo un grupo de gente joven muy divertida. Todo iba sobre ruedas pero pronto llegaron los quebraderos de cabeza. Había mucha prensa acreditada e invitada de los periódicos y revistas más prestigiosas de Europa y América, y entre ellos estaba una gran amiga mía, fotógrafa de París Match y de la edición europea de Life, Chance de Winsdteadt, que me saludó muy efusivamente y estuvo charlando un rato conmigo.