Fernando Fernández|ATENAS
A Carlos Moyà no le bastó con padecer tres horas sobre la pista
central frente a Thomas Enqvist. Ni tener que sentenciar a Olivier
Rochus en un eléctrico tie-break. Al tenista mallorquín le van las
emociones fuertes, y así lo está demostrando en Atenas. A base de
mucho sudor y temple, Moyà se ha plantado en los cuartos de final y
tiene a tiro las medallas, aunque su única fijación pasa por el
oro.
La última víctima del balear necesitó ser rematada. El croata Ivo Karlovic, o lo que es lo mismo, más de dos metros sobre la pista y un primer servicio letal -24 aces-, eran el nuevo examen de un Moyà que sabía qué terreno pisaba. Aplicó la inteligencia al tenis, pero cuando se saca a doscientos kilómetros por hora, de poco te sirve.
Karlovic sabía que ése era su única arma ante el que ya es el gran favorito. El primer revés llegó pronto. Transcurría el cuarto juego del primer set y el balcánico disponía de tres bolas de break. No las desaprovechó y se puso por delante en el electrónico (2-3). Tuvo Moyà la posibilidad de devolverle la jugada, pero los sólidos y veloces argumentos de Karlovic permitieron que con un juego en blanco se hiciera el 5-3. El mallorquín ya daba por perdida la manga (6-4) y reservaba sus mejores bazas para el reencuentro ante la red.
Por fases, el encuentro careció de ritmo. Se limitaba a una interminable serie de saques, con la Reina como testigo desde las gradas. Doña Sofía no quiso perderse las evoluciones del ya único representante de la Armada en el cuadro masculino. Karlovic quiso amargar la fiesta demasiado temprano. Tuvo una pelota de break con 1-1, pero Moyà supo neutralizar la situación con gallardía. Volvió a inquietar el croata con un 30-40 en el quinto juego, pero el equilibrio seguía siendo máximo.
Hasta que Carlos Moyà pisó el acelerados y el encuentro dio un giro radical en su guión. En el octavo juego, y en plena crisis de saque de Karlovic, el cabeza de serie número tres se puso 15-40 y apuntilló con el 5-3. Parecía que los deberes estaban hechos, pero no era así. Karlovic rompió por segunda vez el servicio de Moyà e igualóla manga a cinco juegos. Más de lo mismo. El desenlace del segundo set no podía ser otro que la muere súbita. Algo a lo que Moyà se está habituando con demasiada facilidad en Atenas. En los tres encuentros que ha disputado ya van cuatro jugados y sólo uno perdido. Buena señal para un jugador cuya confianza aumenta a medida que pasan las rondas y se acerca la parte caliente del cuadro.