Balears está más presente que nunca en China gracias al desarrollo del programa 'Cinco Estrellas Shanghai', con el que se pretende abrir la puerta a los inversores de las islas en el inmenso mercado asiático y difundir la imagen de sus productos. Pero Eivissa hace ya tiempo que prepara su desembarco de la mano de uno de sus buques insignia: la discoteca Space.
Desde hace varios meses, la conocida marca pitiusa trabaja para abrir lo que se pretende sea una extensión del local situado en platja d en Bossa. A lo grande, eso sí. Dos grandes pistas de baile, 1 chill-out, 65 salas independientes, 20 de ellas puro lujo. Tres plantas con 3.400 metros cuadrados en total con capacidad para 4.000 personas. Cifras de gigante, tal y como es todo en esta ciudad. Sólo el precio de la fachada del local, construida en fibra de vidrio, supera la cantidad que cuesta construir otras discotecas. Una veintena de obreros trabajan durante todo el día para llevar a cabo las reformas dirigidas por Ramón Villangómez, director de diseño, y Jaume Bonet, director general, en el local que por las noches se queda totalmente recogido de polvo y herramientas para albergar a su clientela. Se trata de acondicionar este karaoke ambientado en el jurásico y en el que no falta ningún detalle en lo que sin duda será un local de culto para millones de personas en Oriente. Su aspecto actual sobrepasa la mentalidad occidental. Ni la mente más cosmopolita puede hacerse una idea de las características del lugar. Allí, miles de personas se dan cita actualmente para ver espectáculos en el escenario de la sala principal, cubierta de árboles y dinosaurios de plástico que se mueven, y de una cascada artificial donde nace un río que recorre gran parte del recinto. «Trabajamos para darle a esto un toque típicamente ibicenco, para que sea como el local de allí, que es conocido por medio mundo», explica Ramón. Para ello eliminarán muchos detalles fascinantes para los orientales, como la decoración prehistórica, aunque mantendrá algunos que a él le han fascinado, entre ellos la gigantesca nave espacial que baja a la pista central con todo un espectáculo de efectos especiales. Vasos de tubo fabricados a propósito para que las copas sean como en España, hielo en cubitos y no en «lentejas» como es habitual en Shanghai o un equipo de música igual que el de la discoteca matriz para que dj's como Carl Cox se encuentren como en casa cuando vengan a pinchar aquí. Todo promete. Pero lo que más impacta es la distribución del local. A las dos pistas con música alternativa y el chill-out hay que añadir 65 pequeñas salas independientes. Actualmente se alquilan por un módico precio, casi irrisorio para los bolsillos europeos: al igual que para 300 millones de afortunados en este país de contrastes. 20 de ellas son auténticos palacios. Ideal para fiestas privadas en las que por 581 Yuan (58 euros) se puede disfrutar de una botella de Chivas.
Iván Muñoz
(Enviado especial
a Shanghai)