Allí están, allí están...Hay vienen», gritaba la pequeña Amanda. Era la primera vez que veía los Reyes Magos de Oriente y la ilusión en su cara era el reflejo de la alegría que expresaban los cientos y cientos de niños que ayer vieron pasar la Cabalgata Real por las calles de Eivissa.
Color, purpurina, iluminación, música y muchos, muchos caramelos, fueron los ingredientes de esta caravana que comenzó pasadas las 18'30 horas con la llegada de Gaspar, Melchor y Baltasar al puerto de Eivissa a bordo de una embarcación iluminada por una gran estrella de Oriente. El desembarco de Sus Majestades provocó los gritos de emoción de los más pequeños y los fuegos artificiales iluminaron el castillo indicando que la fiesta acababa de empezar.
Romanos a pie y a caballo, antorcheros árabes y odaliscas que bailaban al ritmo de la música oriental precedieron a las siete carrozas que formaron esta gran cabalgata. Cuando el primer Rey de la caravana, Melchor, se avistaba en lo alto de su carroza ya volaban los caramelos para un lado y para el otro. Las personas se agolpaban en las aceras de Bartolomé Roselló para ver comenzar el desfile que recorrió las principales calles de la ciudad hasta alcanzar Vara de Rey. «Pesas 25 kilos, ahora vuelvo a subirte en hombros», le decía un padre a su hijo, que al igual que todos los niños allí presentes quería ver desde lo más alto ver pasar a los Reyes. Después vino Gaspar precedido por un grupo de bailarinas egipcias, y también Baltasar rodeado de bailarines africanos. Desfilaron también carrozas llenas de regalos, y otras temáticas como fue la del Rey León y la de Aladín. Un trencito con obsequios cerró este desfile que convocó vecinos de toda la isla y que concluyó con la llegada de los Sus Majestades a Vara de Rey, lugar en el que se dedicaron a saludar y a escuchar a los verdaderos protagonistas de tanta magia desplegada que no eran otros que los niños de Eivissa. L.A.