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El día que el campo renegó de la lluvia

Cientos de personas reviven la tradición rural con el II Festival payés de Sant Antoni

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Si la gente que se dedica al campo mira siempre al cielo esperando la lluvia, ayer, en cambio, rezaba para que los nubarrones que amenazaban tormenta no soltaran ni una sola gota. «Hoy rezamos para que no llueva», decía al mediodía Pep Ribas, Bernadet, presidente de la cooperativa agraria de Sant Antoni, entidad que, por segundo año consecutivo, y con el mismo éxito de asistencia de la anterior, organizó ayer, dentro del programa festivo de Sant Antoni, el festival payés.

Pese a que el cielo amenazaba lluvia, cientos de personas se acercaron durante la mañana hasta las instalaciones de la cooperativa agraria para revivir algunas de las tradiciones rurales de la isla, como la siembra del campo con un arado de madera tirado por caballo, la elaboración de cestas de esparto o el arte de hacer castañuelas ibicencas de madera. Obviamente no faltó eball pagès, regado con vi pagès y endulzado con bunyols. La recaudación de la fiesta, a través de la venta de tickets de consumiciones, la rifa y la torrada, se donarán a Cáritas. «No queremos hacer un negocio de esta fiesta, y, además, Cáritas es una asociación que presta un servicio a toda la isla», aseguró Pep Ribas.

Al final llovió, pero fue a la hora de la comida, por lo que la gente se resguardó en el interior de los almacenes de la cooperativa. Fue sólo un pequeño contratiempo porque después el cielo se despejó y los actos previstos pudieron continuar. Precisamente después de la comida tuvo lugar la celebración de los juegos payeses: tirada de reia, serra tió, concurso de ucs y de brular corn. El primero consiste en el lanzamiento de reia, una parte del antiguo arado de madera. Los más fuertes, o sea los que enviaban la antigua herramienta más lejos, tenían una camiseta como premio. También se calibró la destreza de los concursantes en el juego de serra tió, consistente en cortar con una sierra un tronco de madera de pino. El mejor uc lo decidió un jurado formado por cinco personas, que escuchó los gritos de guerra de los concursantes de espaldas a ellos para no tener otro criterio de decisión que el del oído.

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