El año pasado la Oficina Insular de Atención del Consumidor de Eivissa, dependiente de la Conselleria balear de Salut i Consum, recibió 597 reclamaciones. De todas ellas, aproximadamente el 30 por ciento, es decir, unas 180, hacían referencia a la vivienda. Y es que este tema, según explicó uno de los técnicos que atiende este servicio, Plácido Lara, es uno de los asuntos más habituales que copan las quejas de los usuarios. Las reclamaciones más frecuentes a este respecto se refieren, detalló, a «defectos en estructuras, materiales y complementos de las viviendas nuevas, malos acabados, la garantía de los electrodomésticos que se venden con ellas o a deficiencias en las instalaciones de luz, agua o gas». Puertas ralladas, grietas, paredes más delgadas de lo estipulado, techos que se caen, humedades, fechas de entrega incumplidas, metros cuadrados de menos o baldosas mal colocadas son sólo algunas de las quejas que se escuchan en esta oficina, que sólo interviene cuando la reclamación es contra promotoras o inmobiliarias.
Plácido Lara asegura que «la mayoría de los expedientes se cierran con un acuerdo de las partes». De todas formas la oficina del consumidor, al tener sólo capacidad para sancionar y no poder obligar a reparar las deficiencias, recomienda acudir siempre a la vía judicial para reclamar daños y perjuicios. Hay otra opción, el arbitraje, que es menos habitual en las Pitiüses porque requiere que la promotora acepte adherirse al sistema de arbitral de consumo. Esta solución evita la vía judicial y a través de ella se emite una resolución de obligado cumplimiento.