Cada martes y sábado, su casa de Sant Miquel se convierte en un mercado de agricultura ecológica en el que vecinos del pueblo y de otros municipios adquieren todo tipo de vegetales recién salidos de su huerto.
A sus 34 años, Toni Riera decidió hacerse agricultor para trabajar la hectárea de campo que rodea su casa, can Parades, y convertirla así en un huerto que hoy, al año de empezar, ya es una empresa.
Su experiencia de comercial le ha hecho instalar sus productos ecológicos en cinco tiendas que los comercializan en Sant Miquel, Santa Gertrudis, Sant Joan, Sant Llorenç y Jesús, y también en el Mercat Vell de Eivissa. Porque para Toni, la agricultura ecológica tiene futuro, sobre todo, si se apuesta por ella con energía y voluntad suficiente para llevarla adelante y sacarle rendimiento económico: «Ahora mismo hay un proyecto de conectar con tres fincas que empezarán en el cultivo ecológico. Tenemos pensado producir juntos», comenta Toni, sobre sus ideas de futuro con las que planea establecer una red de jóvenes agricultores. «Esto está empezando, lo que pasa es que es mucho curro y no siempre es todo flores y rosas», agrega.
Pero en su huerto sí hay flores, y de diferentes variedades, así como verduras cultivadas y cuidadas sin productos químicos, característica que diferencia este tipo de producción de la agricultura convencional: «La agricultura ecológica va certificada por el Govern balear de Agricultura Ecológica, de Palma. Ellos hacen el control, la analítica y te dan un sello que tiene que ir cuando los productos van envasados», explica sobre el rasgo que distingue sus productos de los otros.
Pero cuando este joven agricultor y productor asegura que trabajar el campo es «mucho curro», hace referencia a las horas que invierte para mantener y producir su huerto: su día comienza a las 6,30 horas de la mañana y no termina a las 22,00 horas, y así produce judías, tomates, tomates cherry, cebollas, pepinos verdes y blancos, calabacines, cebolla tiernas, cuatro variedades de lechugas y albahaca, que combina con frutas traídas de huertos ecológicos de la península con el fin de «ampliar el mercado». Le ayuda su padre, Toni, que asegura que «sólo le aconseja en algunas cosas», su madre, Pepa, su mujer Karyn, y ahora también un joven paquistaní nacido y criado en Londres de nombre Sultán, que, siguiendo la línea de ampliar la empresa, ha empezado a hacer repartos a domicilio con un servicio que lleva el nombre de «Flying Aubergine», «La berenjena voladora».
Luciana Aversa