La festividad de Sant Cristòfol se celebró ayer en el barrio de sa Capelleta con la tradicional batalla del agua librada entre niños y no tan niños. Fue en el Parque Reina Sofía por la tarde y, allí, decenas de personas se entregaron a este juego que consiste en revivir una de las tradiciones pilares de esta festividad, hace ahora diez años recuperada por la asociación de vecinos del barrio.
Armados con pistolas, baldes, regaderas, botellas o casi cualquier elemento que pudiera contener agua, grandes y chicos se refrescaron a través de este juego, que hace décadas se celebraba por toda la isla y calles de la ciudad, según recordó Alejandro Moreno, integrante de la asociación de vecinos: «Antiguamente se hacía por las calles, por Vara de Rey, por la Marina, por toda Eivissa. Y nosotros recuperamos esa tradición. Lo mismo que con la bendición de coches antiguos, porque todo esto se fue perdiendo con el tiempo», aseguró Moreno, haciendo referencia también a la bendición de coches clásicos, que llevó a cabo el obispo Vicente Juan Segura después de oficiar la misa del día grande en el colegio de Nuestra Señora de Sa Consolación. «Antes se bendecían los vehículos que había. Pasaban los militares, los taxis y la Cruz Roja», destacó. Y ayer, como cada año desde hace una década, el agua bendita fue para el desfile de una veintena de coches y motos antiguas: «Estamos para animar un poco la fiesta», comentó Antonio Ribas, del Classic Automóvil Club Eivissa, cuyo vehículo, un Porche 356 de los años 60, ya tiene el cielo ganado de tantas veces que lo han bendecido: «Eso sí, el que vaya en este coche nunca va a tener un accidente», bromeó.
Después de la misa y del desfile de bendición, la fiesta continuó en el parque Reina Sofía con música y vino dulce, y con una degustación de coca hecha por las monjas del convento de Sant Cristòfol, popularmente conocidas como «ses monges tancades». Otra sabrosa y buena costumbre recuperada para esta festividad.
Luciana Aversa