Amaya Arzuaga apura sus últimos días de vacaciones en Eivissa, una isla que conoció cuando tenía tan sólo cuatro años: «He venido toda mi vida, me siento un poco ibicenca y todo», comenta la diseñadora burgalesa después de terminar una entrevista para radio Éxit. Enciende un cigarrillo, se sienta en un banco a la sombra del bar Grial, cerrado por la mañana, y con una media sonrisa asegura que los días de verano terminaron para ella: «El domingo me voy, tengo que trabajar porque a finales de agosto estaré en una feria de Moscú».
Amaya Arzuaga, la primera española en presentar sus diseños en la arriesgada pasarela de Londres, se estrenó el año pasado en el apartado de novias al diseñar el vestido de la actriz Cayetana Guillen Cuervo que contrajo matrimonio con el fotógrafo Omar Ayyassi en Eivissa: «El de Cayetana fue el primer vestido. Es amiga mía y me hacía ilusión hacérselo. Creo que hicimos la prueba 12 veces pero ya porque nos tomábamos un vino y lo pasábamos bien. Y luego la boda aquí ya fue maravillosa», comenta la diseñadora sobre una faceta que desde entonces ha explotado con otras novias conocidas y anónimas, que también quieren sus diseños.
Son diez años de experiencia en pasarelas, un éxito que se refleja en sus más de 700 clientes y una vitrina constante que se luce desde una tienda de Madrid. Su taller está en Burgos donde trabaja con su equipo, y dónde también contrata gente joven, a la que invita a colaborar algunos meses en su empresa: «Ahora que se supone que llevo unos años creo que hay que apoyar a la gente joven porque son los más rupturistas y los que quieren cambiar un poco las cosas. Pero con lo que no tienen que obsesionarse los jóvenes es con tener su colección propia. Primero es bueno trabajar con alguien, aprender, y luego ya cuando se tienen las cosas claras, hacerlo», aconseja para las nuevas generaciones, y agrega: «Porque tenemos una competencia feroz. Está Asia que nos está destrozando porque es muy asequible y luego está el mercado de lujo. Este mundo cada vez está más definido, entonces es difícil empezar».
Luciana Aversa