CLAUDIA ROIG
«Esto está peligrosísimo, tengo miedo de que se me vaya toda la casa para abajo». Son palabras de Josep Planells Malalt, que tiene una vivienda pendiente de demoler por las obras de la autovía al aeropuerto y otra que ha quedado justo al lado de la enorme zanja excavada por la UTE Accesos Ibiza para el paso de un tramo soterrado de la carretera. En los dos casos sus casas están al borde del precipicio, algo que no acaba de ser del todo tranquilizador si además se tiene en cuenta que un informe del Govern, utilizado para pedir la reanudación de los trabajos de montaje de la planta de placas de hormigón de Sant Jordi, advierte de que es urgente contar con este tipo de piezas para evitar deslizamientos de tierras en las obras de la autovía al aeropuerto. Desde Fiscalía explicaban esta semana que el Govern alude a que si hubiera lluvias fuertes podría haber peligro de desprendimiento con el consiguiente riesgo para los trabajadores de la empresa que construye la autovía al aeropuerto. «Hablan de riesgo para los trabajadores, pero no para los vecinos», critica una persona próxima a la Plataforma Antiautopista.
Al borde de la trinchera
Vecinos de la autovía denuncian la peligrosidad del terreno