La Tarjeta Verde, instrumento creado por el Govern para recaudar fondos para el medio ambiente, está teniendo mucha mejor acogida este año que el pasado. Así lo asegura el gerente de la Fundación para el Desarrollo Sostenible, Pau Collado, que afirma, eso sí, no disponer de cifras de ventas que lo corroboren.
Este verano se ha producido un aumento «considerable» de las empresas y centros adheridos, que alcanzan en Eivissa los 74 y en Formentera los seis. Una de los factores que ha ayudado a su mayor difusión, según Collado, es que la tarjeta, con la que se pueden obtener descuentos en museos, cines, alquiler de coches o boleras, es mucho más conocida entre los recepcionistas de los hoteles, que la ofrecen más a los turistas. «Es una iniciativa que necesita su tiempo, el año pasado fue el lanzamiento y este verano consolidamos la oferta», insiste Collado, que reconoce que las Pitiüses tienen muchos menos centros adheridos que Mallorca o Menorca. En esta última isla hay hasta 250 empresas o instituciones adheridas, cifras muy lejanas de las de las Pitiüses. «La verdad es que en Eivissa cuesta un poco más, además hubo una serie de asociaciones de comerciantes que mostraron sus reticencias», explica Collado, que asegura que actualmente se recoge la oferta cultural y muchos restaurantes y comercios. Por el momento no se ha contemplado ofrecer descuentos para discotecas, aunque no cierran la puerta a un futuro acuerdo. Este mes está previsto realizar una acción promocional para publicitar la Tarjeta Verde entre los residentes y no se descarta contactar con algún club deportivo pitiuso para ofrecer descuentos en las entradas.
El presidente de la Federación Hotelera, Roberto Hortensius, asegura que no está viendo demasiado interés por parte de los clientes de los hoteles a la hora de comprar tarjetas. «La verdad es que no veo que acabe de despegar», dice Hortensius, que indica que debería haber más ventajas a la hora de adquirirla. «Además no se hace publicidad». «Tengo la sensacion de que realmente para una isla como Eivissa no se puede ofertar tanto como en ciudades más grandes, donde se obtienen descuentos para transporte público o museos». Hortensiusvaloró de todas formas el hecho de que se trate de una aportación voluntaria en la que no existe la obligatoriedad.