Síguenos F Y T I T R

Aulas sin SMS

La mayoría de institutos de las Pitiüses contemplan que los alumnos no usen el móvil en clase. Si son reincidentes se los requisan

C.ALCÀNTARA
El instituto Sant Agustí ha prohibido que los alumnos utilicen el móvil en clase. Una iniciativa que contemplan la mayoría de los centros de secundaria en Eivissa, aunque la limitación, en el caso del IES Sant Agustí, está extendida a todo el recinto educativo, una medida inusual.

Sant Llorenç incluyó la prohibición de su uso en clase cuando se aprobaron las normas de funcionamiento del centro. «Es bastante general en los institutos y no creo que ninguno permita el móvil en las aulas, ni de los alumnos ni del profesor», dijo la directora Margalida Marí.

También en Blanca Dona, Algarb, Sa Colomina, Quartó e Isidor Macabich contemplan en el reglamento interno que no se puede utilizar los móviles en clases. En Blanca Dona se recomienda que no se utilice dentro del aula «pero en el patio cada uno hace lo que quiere», comentó Joan Raxach. En su opinión, el problema de esta norma estriba en los profesores que llevan el móvil dentro del aula. «La medida debía ser para todo el personal dentro del aula», añade. «No debían ni traer el móvil porque en el centro hay teléfono. Me parece bien que no lo puedan llevar porque no lo necesitan y lo único que supone es un problema, porque pueden desaparecer si lo dejan a la vista», apuntó Dolors Roig, de Sa Colomina. «No tienen que usarlos en la clase pero personalmente me da igual que lo lleven en el centro», comenta Mariano Joan, del Isidor Macabich

En el Quarto cambiaron el reglamento el curso pasado, y también se incluyen los aparatos electrónicos. «Hay teléfonos para poder llamar», comenta Carmen Guasch, del Quartó. En más de una ocasión suena un móvil en el aula, que es requisado por el profesor y se le comunica a los padres en el caso de que los alumnos sean reincidentes. «Si sonaran los moviles en las clases, sería un cachondeo. Un móvil no es un artículo de primera necesidad para un chico de 12 años», concluye Rafel Recio, del instituto Algarb.

Lo más visto