El buen comer y el buen beber constituyen la base de la mayoría de celebraciones navideñas de nuestra isla. Unas fiestas donde gastronomía es sinónimo de calidad, cantidad y variedad, y esto último no sólo por los diversos manjares que se exhiben sobre la mesa sino por la disparidad de procedencias de los mismos. Con ello, la Nochevieja se convierte en un día casi místico en el que cada cultura emplea sus propios rituales para festejarla y entrar en el 2007 con nuevas y mejores energías. En este sentido, en la madrugada de ayer, mientras los televisores de toda la isla sintonizaban las 12 campanadas del viejo reloj de la Puerta del Sol, en el interior de las casas cada familia celebraba la entrada en el nuevo año con sus costumbres y tradiciones más arraigadas. Una fiesta de risas desatadas, buenos deseos, abrazos fraternales y algún que otro atragantamiento provocado por las pepitas de las uvas. No obstante, no todos los países cumplen con este singular ritual. Una de estas particularidades gastronómicas la protagoniza la familia de Sharon Loerzer. Esta canadiense reside en la isla desde hace años. No obstante, y pese a que sus hijas son ibicencas, se reúne con el resto de familia de Canadá y Austria manteniendo intactas sus tradiciones. Ian, Ria, Helmut, Gabi, Susi y Enrico son algunos de los componentes de esta familia cuyos platos típicos son, por una parte, el pavo relleno canadiense que lleva puré de patata, coles de Bruselas, cebolla, bacon, pan cortado con hierbas frescas y manzana. Un exquisito manjar que sacia los apetitos más voraces en estas fechas tan señaladas. Sin embargo, para la canadiense de Toronto, Sharon Loerzer, uno de los componentes de esta familia, lo importante no es la comida, sino el hecho de poderse reunirse todos. «Este año hemos estado la familia y amigos, pero no vamos a dar regalos para dar énfasis a la Navidad, al hecho de estar todos juntos», aseguró. Asimismo, Sharon quiso resaltar que el acento de estas fiestas reside, precisamente, en «apreciar las pequeñas cosas, porque la vida cotidiana está llena de trabajo y prisas». Por ello, este año han decidido que cada uno realice un plato típico de comida y entre los manjares que se sirvieron en la mesa se encontraban eStollen, un pan con frutos secos; eKnöd, un plato austríaco compuesto de carne de ciervo aliñada en vino, especias y bolas de ginebra, y el tradicionaGlühwein, un vino caliente propio de los alemanes y austríacos que lleva azúcar, piel de naranja, canela y clavos idóneo para paliar las bajas temperaturas. Otra de sus costumbres es ecracker, una especie de regalo que contiene en su interior un juego o refrán similar al cotillón español.
Otros residentes con los que cuenta la isla fueron Danielle, Fabio, Pipo, Kiko, Luca, Davide y Alessandro. Aunque están lejos de sus familias, estos italianos se reunieron durante las navidades para cumplir con los rituales establecidos en su país despidiendo con un gran puchero de lentejas, ya que para ellos esta legumbre simboliza abundancia y prosperidad. Otro de los platos indiscutibles en el menú italiano de fin de año es ePanetone di Milano, un tipo de pan elaborado con pasas y avellanas, y ePan d'oro, que tiene un sabor más dulce al paladar. Todo ello acompañado por cava, champán y vino tinto. Unas bebidas con las que se debe realizar un brindis mirándose a los ojos como muestra de sinceridad y en el que todos los vasos se junten derramando un poco de líquido. «Esta costumbre es de la época medieval romana, cuando se brindaba chocando los vasos por si había veneno en alguno de ellos que pasara también al resto», explicó Pipo. Para nuestros vecinos de la bota, lo más importante es el carácter religioso que envuelven estas celebraciones. «El día 24 es costumbre ir a la iglesia después de las 12 de la noche. En mi ciudad, la gente va a la plaza de San Pedro, en el Vaticano, para escuchar las palabras del Papa», comentó Danielle.
No obstante, existe una influencia cada vez mayor de costumbres paganas como Papá Noel que compite a día de hoy con los ancianos Reyes Magos.
Otra costumbre italiana es tirar algo viejo por la ventana para dar la bienvenida al año que entra con nuevos deseos.
En cuanto a las familias españolas, Alfonso, Concepción, Araceli, Miguel, Alfonso, Mónica, Araceli, Ana y María demostraron que a pesar de los tiempos que corren se mantienen vivas las tradiciones más arraigadas. «Se está perdiendo la costumbre de cenar en familia. Por eso, estos momentos son la mejor ocasión para reencontrarse», aseguró Concepción. En su mesa no faltaron los más selectos frutos del mar: anchoas caseras, merluza en salsa verde y langostinos a la plancha son algunos de los platos que acompañaron al vino, champán y las hierbas ibicencas en una velada que se cerró con la tradicional cuenta atrás y las 12 uvas; a excepción de los más jóvenes de la casa, que prolongaron la fiesta hasta altas horas de la madrugada en las carpas instaladas en los municipios. «Es una noche en la que los que somos padres sufrimos más de lo que nos divertimos», dijo Araceli.
Irene Luján