P. T.
Al recordar aquel 15 de junio, el empresario Abel Matutes, quien fue elegido senador en dichos comicios, tiene una idea clara: «Fue el inicio de un gran camino que ha dado excelentes resultados sociales, económicos y políticos». Era el principio de nuestra historia más reciente, y Matutes lo afrontaba al frente de una formación política, conocida como s'Unió, que se integró en Alianza Popular.
«Decidimos presentarnos a las elecciones una serie de profesionales independientes y liberales (medicos, abogados...) porque españa estaba frente a una oportunidad histórica para encauzar su futuro, superando el debate sobre las dos españas que llevaba medio siglo ensangrentando nuestra historia y nuestra tierra», rememora quien dio comienzo de este modo a una exitosa carrera que le llevaría, con el paso del tiempo, hasta la cartera ministerial de Exteriores.
Abel Matutes no pretendía dedicarse definitivamente a la política, pero los integrantes de su partido, ante aquella cita histórica, decidieron que había llegado el momento «de aportar» su propia «contribución».
«Estabamos todos preocupados porque éramos un partido pequeño, liberal y conservador integrado en AP en el que nadie sabía cuantos votos podríamos sacar, porque todo apuntaba hacia el PSOE, apoyado por la Internacional Socialista, y a UCD, el partido del gobierno y de Suárez, que estaba pilotando la transición y había convocado las elecciones», explica treinta años después. Al poner la memoria sobre aquellos primeros mítines, Matutes comenta orgulloso que «la respuesta fue siempre muy positiva».
La noche electoral la vivió, lógicamente, con nervios, pero también siendo consciente del rumbo que estaba tomando la historia. Así, el ex ministro recuerda aquella jornada como un día «cargado de incógnitas». «Éramos conscientes de la dificultad que teníamos delante, pero lo importante es que salió bien y España encaró su futuro con una Constitución donde todos se podían encontrar más o menos cómodos».
Sin sondeos previos, y sólo con el ambiente que se masticaba en la calle para intentar adelantar acontecimientos, los responsables de los partidos acudían a ciegas a la noche electoral, ya que, señala, «pese a la respuesta en campaña no teníamos ninguna experiencia en la que basarnos para saber qué podía suceder».