El portavoz de los titulares del taxi, José Serafín, aseguró ayer que la iniciativa del Ayuntamiento de Eivissa de poner controles policiales en las paradas de taxi para evitar coacciones contra titulares que no quieren secundar la huelga le parece «de una película de humor», ya que, según destacó, «a nadie se le está amenazando para que haga o no el trabajo».
A una semana del comienzo del paro indefinido por parte de la patronal con motivo del Plan de licencias temporales del Consell Insular, el portavoz destacó que esta medida le parece «cómica» porque, según señaló, «si la policía no ha sabido cuidar las paradas para que no actúen los taxis piratas, que están trabajando a sus anchas, cómo van a meter escoltas para proteger a los taxistas de los propios taxistas».
En cuanto a la huelga indefinida, Serafín señaló que «que va para largo» ya que prevén continuar «con esta medida de presión y atendiendo sólo las urgencias». «Seguiremos haciendo paro y, a este paso, en Semana Santa también», agregó.
Por otra parte, un titular de licencia en desacuerdo con el paro aseguró que son «una gran mayoría los taxistas que no están acuerdo con la huelga pero tampoco con el Plan temporal de licencias». Este taxista que, ante las circunstancias prefiere mantener el anonimato, destacó «que se están haciendo las cosas de una forma que nos va a perjudicar aún más a los titulares que a los asalariados» y comparó el paro indefinido con «una dictadura» porque según explicó, «son sólo alrededor de 30 dueños de licencias, una minoría, los que tienen la culpa de todo».
«Lo que sería para bueno es que se anule el plan de actuación del Consell, que no se den licencias temporales a nadie, y que se den a los asalariados las licencias que tienen en el Ayuntamiento de Eivissa (22) y en Sant Josep (30). Lo que ocurre es que no las dan porque los ayuntamientos tienen mucho temor a los titulares de licencia», agregó.
Por último, el portavoz de los asalariados, Alejandro Cardel, aseguró que ayer un conductor volvió a ser amenazado en la parada de Bartolomé Roselló.