Cerca de 300 transportistas en sus camiones recorrieron ayer las carreteras de la isla para protestar por la escalada del precio del gasóleo en lo que fue una caravana histórica. La marcha se extendió durante cinco horas por las carreteras de Sant Antoni, Sant Josep y Santa Eulària y estuvo acompañada por un fuerte dispositivo de seguridad formado por Policía Nacional, Guardia Civil y Guardia Civil de Tráfico, un helicóptero enviado desde Palma y otro equipo de la Guardia Civil llegado de León.
La mañana de protesta transcurrió sin incidentes ni grandes atascos aunque sí hubo ralentizaciones del tráfico en las entradas de los tres pueblos afectados por una fila de camiones, que llegó a alcanzar los diez kilómetros de longitud. Una gran caravana provocada por la numerosa participación de vehículos que incluso sorprendió a la Asociación de Transportistas de Pimeef, la agrupación convocante, que esperaba contar con unos doscientos vehículos como mucho, teniendo en cuenta que suman 130 asociados. «Nos han superado en las previsiones», comentó en este sentido el presidente de la agrupación, Joan Bufí, sobre los 291 camiones que formaron parte de la protesta, según el último recuento de la Dirección Insular del Estado.
La concentración de camiones comenzó a las 7'00 horas en el aparcamiento de Gesa y desde allí partieron por la carretera de Sant Antoni tras ser fichados por la Guardia Civil con foto de matrícula y un número por camión. La caravana se fue armando poco a poco para ser un hecho en el túnel de Sant Rafel y alcanzó la rotonda de ses Païsses con ruidos de claxon y a una velocidad de 40 km/h. Una vez allí giró por la ronda en dirección a Sant Josep para recorrer un tramo que fue registrado por la Dirección Insular como el más conflictivo de la mañana debido a que sólo cuenta con un carril, lo que motivó a que la Guardia Civil debiera desviar a los coches particulares por la carretera de Benimussa. Esta modificación del trayecto provocó que una vez atravesado el pueblo de Sant Josep no fuera muy significativa la hilera de coches que les seguían, aunque sí se volvió a ralentizar el tráfico cuando alcanzaron la rotonda de Can Sifre tras recorrer toda la carretera de Sant Josep en masa.
Los camiones continuaron su trayecto por el segundo cinturón de ronda dirección a Santa Eulària y siempre acompañados por las fuerzas de seguridad. Una vez subieron el puente de Jesús pusieron rumbo a su nuevo destino, la rotonda de Santa Eulària, último tramo de la protesta que, por su único carril, también provocó retenciones y ralentización del tráfico desde el puente de Jesús y en pleno mediodía. Sin embargo, los conductores afectados por la lentitud de la marcha, lejos de quejarse, la apoyaban. «Hay que protestar porque las cosas suben y los jornales están paralizados», comentó Francisco Martínez, que no esperaba encontrarse la protesta de camiones cuando decidió salir de su casa para hacer un mandado. «Vengo con la protesta desde que bajé de la carretera de Sant Antoni», agregó desde su coche, que acababa de superar la rotonda de Jesús. En total el recorrido sumó unos 70 kilómetros. Sin embargo, éste no fue el trayecto original planteado por los transportistas que querían comenzar su protesta por el segundo cinturón de ronda, pasar por la rotonda de la avenida España y después salir hacia Sant Antoni: un recorrido que finalmente no fue permitido por la Dirección Insular del Estado para no provocar atascos en la entrada de Eivissa.
El presidente de la Asociación de Transportes de Servicio Público de Pimeef, Joan Bufí, reiteró ayer la necesidad de ayudas oficiales «por la vía fiscal» para paliar la subida del gasóleo, que se mantuvo esta semana por encima de la barrera de los 1'3 euros por litro. Bufí aseguró actualmente los transportistas se encuentran «al límite», entre el encarecimiento del combustible y el descenso del trabajo. Según el presidente de la asociación, el próximo paso será esperar el resultado que pueda tener esta protesta y hacer una asamblea. Por otra parte, destacó que no tienen ellos previsto hacer una huelga.
Los efectos de la crisis y del encarecimiento afectan sobre todo a los pequeños empresarios. Éste es el caso de Àngel, de la empresa Àngel y Pepe. «Tengo tres camiones pero uno está parado porque no hay trabajo. Los otros sacan lo justo para los gastos. Así no se puede subsistir», aseguró. Otro tanto ocurre con los trabajadores: «A muchos compañeros mi jefe les va diciendo que se tienen que buscar otra cosa y otros ya se marcharon. Hace poco éramos más de 130 y ahora somos 60», aseguró Francisco, trabajador de la empresa RyR.