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La temida selectividad

U

n gran plafón informativo a la entrada del instituto de Sa Blancadona de Eivissa informaba a los estudiantes de su distribución por apellidos en las aulas que durante los días que restan ocuparán para intentar obtener la nota que les lleve a lo que seguramente será su profesión de futuro.

La mañana del primer día de selectividad parecía que empezaba bien con el examen de Lengua Castellana, definido por muchos de los alumnos como «fácil», sobre todo en comparación con Llengua Catalana, uno de los escollos más duros de superar para un gran número de estudiantes. «No es que sea una de las más difíciles; lo que ocurre es que también influye mucho la actitud, pero es una de las materias que más aprueban los alumnos. Jesús Tuson es uno de los autores que siempre caen; es de los fijos», explicó Enric Beltrán, profesor de Catalán del instituto de Sant Llorenç, que se acercó tras el examen de su materia para saber cómo les había ido a sus alumnos. Precisamente, Una imatge no val més que mil paraules, de Tusón será una de las obras más recordadas por los estudiantes que hicieron el examen de catalán: «Sabes que va a salir Tuson, pero no sabes qué te van a preguntar. Las cuestiones eran muy concretas y por eso pensamos que no nos ha salido tan bien como el de castellano, que creemos que tiene las partes más delimitadas», afirmó María, del Isidor Macabich. Y esa fue la sensación general tras la hora y media de examen de catalán: mucho más difícil que el de castellano: «Quizá porque castellano lo teníamos muy machacado y catalán es mucha materia», explicó Irene, de Santa María.

A mediodía tocaba ir a comer con tal de reponer fuerzas para los exámenes de Filosofía o Historia de España. Y después, de vuelta a la biblioteca o a casa para repasar los apuntes de los exámenes de hoy: lengua extranjera, Física o Latín, Matemáticas, Biología o Geografía, aunque algunos lo tenían claro: «No pienso estudiar más; iré a la playa toda la tarde», aseveró Hugo, de Blancadona.

Aunque los nervios estén más presentes que nunca y el pensamiento de 'y si suspendo, ¿qué?' ronde por sus cabezas lo cierto es que la mayoría aprueban y consiguen estudiar lo que quieren.

Sus aspiraciones

Sobre su futuro, muchos de ellos lo tienen claro: quieren salir a la Península. «Quiero estudiar Arquitectura Técnica o Ingeniería. Aún no sé dónde iré; lo que tengo claro es que en Balears no me voy a quedar; aquí no hay ambiente de estudio», explica Àlvaro, del Quartó de Portmany. Su compañera Alicia puntualiza: «Además aquí el nivel es bajo y cuando acabas no es lo mismo poner en tu currículum que has estudiado en Barcelona que en Balears».

María José Real

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