profesión del cuentacuentos es una de las más antiguas del mundo. Ya había contadores de historias en la edad media, por ejemplo, los bufones y en otras épocas y culturas estaba la figura de los propios abuelos que se encargaban de narrar hechos», explicó Laura Cortés Sales. Con el pretexto de recuperar esta profesión y también los «cuentos en peligro de extensión» ayer por la noche esta joven ibicenca ofreció una de sus sesiones en el café Es Vermell. Este tipo de sesiones están dirigidas a adultos ya que «en las historias que cuento se introducen temas más relacionados con la actualidad. En algunos hago una crítica social o incluyo alguna referencia política. Se trata de incluir reflexiones más profundas», añadió Cortés. Para conseguir estas adaptaciones de las historias más clásicas también les da un giro al enfoque de los personajes. Si antes la bruja del bosque se comía a los niños que se perdían, ahora «estas brujas son buenas y lo que hacen es enseñarle a los niños, por ejemplo, cómo descubrir los secretos que esconde el alma. El lobo del cuento de Caperucita o de otros cuentos clásicos donde es un personaje malo aquí deja de serlo, ya no se come a nadie y es alguien que hace el bien», comentó Laura Cortés.
Esta joven reside durante el invierno en Granada donde compagina su estudios de gestión de los recursos naturales con clases de clown, teatro e improvisación. Se confiesa lectora de cuentos de autores como Clarissa Pinkola o Isabel Allende y además, también los escribe, pero cuando lo hace están dirigidos a los más pequeños. «Debemos recuperar las viejas historias y el modo de contarlas, ningún otro formato consigue crear esa atmósfera», concluyó. N. Salazar
L