i bien el año pasado la lluvia no hizo aparición hasta el final de la procesión, en esta ocasión el arcángel Sant Rafel no pudo salir a la calle para pasear sobre los hombros de los fieles. «¿Sabes si saldrán los santos, abuela?», preguntaba una niña. Ni se asomaron. El día grande del patrón de Sant Rafel se celebró ayer en la iglesia de la localidad, donde una hora antes del ball pagès el obispo de Eivissa, Vicente Juan Segura, extendió su homilía durante más de hora y media. Durante su sermón destacó que la Iglesia católica tiene que unir, no separar: «La Iglesia es un instrumento de unión, nunca de división (...). La fe cristiana no es ideología». Como suele ser habitual, la atención de los fieles congregados en la iglesia fue decayendo cumplida la hora de misa, pues a partir de ese momento un murmullo generalizado se fue extendiendo por el templo. Mientras tanto, los vecinos del pueblo que optaron por esperar en el porche de la iglesia conversaban de forma distendida. Los turistas que acudieron a esta cita con la tradición, por su parte, aprovecharon para retratar algunas de las imágenes que forman parte de la tradición más pura de las fiestas patronales ibicencas, como agentes de Policía Local y Guardia Civil conversando con algunas de las autoridades asistentes al acto, miembros de la colla de ball charlando entre ellos o el típico grupo de vecinos ancianos que esperan pacientemente apoyados con su bastón la llegada de la exhibición de baile y la salida de las bandejas de bunyols y el porrón del delicioso vi pagès.
«El gloriós Sant Rafel presideix el nostro poble i fa més de 200 que l'Arcàngel és el guia. En aquest lloc espaiós i cruïlla de camins s'hi construí aquest temple per mans del nostros majors». Con estas frases, la melodiosa voz de los 15 miembros del coro parroquial presentaron por primera vez el himno al arcángel Sant Rafel, compuesto por Pep Planells, párrroco del pueblo, y complementado con la música de Antonio Villalonga. Y llegó el momento de la exhibición de baile tradicional, que tuvo lugar dentro de la iglesia. Tras 10 minutos de muestra apareció otra de las preguntas más frecuentes en estas fiestas tradicionales: «¿Has visto por algún lado los bunyols o las orelletes?», pero no estaban dentro sino en el porche. Bajo el grito ¡buñoles, hay buñoles! los miembros de la asociación de vecinos comenzaron a pasear por el porche para saciar las ávidas manos de los allí congregados, sobre todo turistas, quienes quedaron bastante sorprendidos y agradecidos por esa muestra de gastronomía ibicenca que tanto éxito tiene siempre en las fiestas patronales de las Pitiüses.
María José Real