El Cementeri Vell de Eivissa estuvo abierto ayer durante todo el día y ritmo más ajetreado de lo habitual. El día fue cálido y en el aire se podía apreciar la fragancia de las flores frescas que familiares y amigos depositaban en el último lecho de sus seres queridos.
Cientos de ibicencos se acercaron a los cementerios de Eivissa y Formentera para rendir homenaje y recordar a sus familiares ausentes. Sorprendía ver a gente de todas las edades, ancianos, jóvenes, niños y adultos utilizaban las callejuelas del cementerio como lugar de paseo. «Es un día para pasar en familia. La gente viene con sus hijos, sus padres para pasear por el cementerio, limpian la tumba y dejan unas flores», explicó José, uno de los sepultureros que trabajan en el Cementeri Vell de Vila. «Por lo menos este día la mayor parte de la gente se acuerda de sus familiares fallecidos, aunque este año ha venido algo menos de gente que en años anteriores», comentó.
Flores de plástico adornaban algunas tumbas casi olvidadas, en las que sus ocupantes habían fallecido antes de la década de los sesenta. Algunas de las personas que acudieron al camposanto, tras visitar la tumba de sus familias mientras paseaban se detenían ante una de las paredes repletas de niños, señalaban la tumba de otros fallecidos y comentaban: «Mira, éste el padre del vecino», señalando la inscripción en la que versaba «tu familia y amigos no te olvidan».
En definitiva el día de Todos los Santos es una jornada para disfrutar con los familiares que aún están, recordando a los que se fueron.