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Mad Max en Cala Salada

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«Como se puede apreciar, el capó es de fibra de carbono que nos han traído directo de Japón», bromea Manolo Santillana, alias Ganso, mientras muestra el cartón negro que es la chapa de su neumática Interceptor, el mismo nombre del coche que conducía Mel Gibson en la primera parte de Mad Max. «Es la primera vez que participamos en la Carrera de Campeones y el vehículo lo hemos hecho en un par de meses, en los ratos libres. La dirección es una de catana (automóvil viejo) que cogimos del trabajo, el tren trasero es de otro coche y luego usamos mucho cartón», añade el ibicenco. «Hemos tenido un pequeño accidente en la primera manga en la curva del chiringuito, que es bastante complicada. Pero por lo demás el Interceptor va muy bien», comenta, por su parte, Antonio Armayones, piloto de la carrilana, y al que conocen como Mad Max.

No es el único vehículo peculiar que compite en la prueba ibicenca, en donde la originalidad y la artesanía son casi tan importantes como la competición. Lo primero que llama la atención son algunos de los nombres de los participantes, con denominaciones como Os Piratas do Asfalto, Mobilette Sideral, Com un Llam, Enguany duim frenos o Cangrejo. Curiosamente, los nombres, en la mayoría de los casos, suelen ser inversamente proporcionales a sus prestaciones sobre el asfalto.

Pero, principalmente, lo que destaca es el diseño de los vehículos. Es el caso de Armando Sixto, el más veterano de la prueba con 65 años, que compite en la categoría de exhibición con una bicicleta de camuflaje (dorsal 55). «El vehículo tiene 11 años y, sobre la estructura de una bicicleta vieja, la recubrí de madera de castaño. El musgo que la cubre totalmente está pegado con pegamento», afirma elgallego, que lleva cuatro años viniendo a Eivissa. Su vehículo no es nada fácil de pilotar. «Está descompensado por el peso, que es mayor en un lado que en el otro. No creo que nadie de los que están aquí fuesen capaces de llevarla», añade orgulloso.

Presencia local

Este año, la presencia de carrilanas pitiusas es mayor que nunca. Unos que son asiduos todos los años son Toni Serra y Juan Francisco Borrás a los mandos de Sa Sargantana. «No hace falta ser mecánico para montar uno de estos vehículos, la verdad. Mi compañero trabaja en una oficina y yo soy informático, pero no tardamos mucho en tener a punto nuestra carrilana. Eso sí, la vamos mejorando cada año», asegura Serra. En principio, su única experiencia con los también llamados autos-locos se limita a la prueba de Sant Antoni. «Nuestra intención es ir a más pruebas por toda España, pero aún no nos hemos decidido. También se habla de hacer más competiciones de este tipo en Eivissa», añade.

Por su parte, Marco Antonio Prieto, responsable de la Federación Española de Deportes de Inercia, reconoce que Cala Salada «reúne las condiciones ideales para este tipo de pruebas. Tiene la longitud justa de un kilómetro y muchas curvas, lo que la hace muy espectacular». Sin embargo, para acoger una cita importante, un campeonato de España o una prueba de la Copa de España, no es suficiente. «Habría, sobre todo, que cambiar de fechas y hacerlo más pronto, lo que supondría más público y participantes. Pero eso es algo que debe valorar el Club Ciclista Sant Antoni, que son los organizadores», asegura.

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