JULIO HERRANZ
«Eivissa ha perdido a un famoso pintor y a una persona relevante de su cultura; pero lo que importa ante Dios es la bondad de la persona, y Vicente era un hombre bueno; como he comprobado a menudo, por ejemplo, en las visitas que hacía a su mujer en el hospital de Cas Serres». Con estas palabras, el padre Lucas resumió ayer en la iglesia de Santa Cruz el sentir general del numeroso público que asistió a la misa funeral de despedida de Vicent Ferrer Guasch, que falleció el lunes en Vila a los 91 años de edad, tras recibir los santos sacramentos, como precisó el párroco de la iglesia de la calle Aragón.
Colegas en el arte, como los pintores Toni Pomar (último miembro vivo del Grup Puget), Rafel Tur Costa, Antonio Prats Calbet, Carles Guasch o Paco Romero; varios galeristas y representantes de espacios culturales donde Ferrer Guasch presentó sus creaciones en su larga trayectoria artística; un buen número de representantes del mundo de la cultura; políticos como la alcaldesa de Eivissa, Lurdes Costa; varios concejales de su equipo de gobierno; miembros de la oposición, como Virtudes Marí; conselleres como el de Cultura, Marià Torres, o el de Mobilitat, Albert Prats (el presidente del Consell d'Eivissa no pudo asistir por encontrarse en Londres con motivo de la World Travel Market); así como numerosos amigos de varias generaciones acompañaron en el sentimiento a los hijos, nietos y bisnietos del apreciado artista, que fue enterrado en el Cementerio Nuevo.
«Inconformista»
Silencio, recogimiento y dolor en una ceremonia religiosa para decir el último adiós al decano de los artistas de Eivissa, que tuvo su momento culminante, tras terminar la misa, en las sentidas y cálidas palabras que una de sus tres hijas, en nombre de toda la familia, repartida en los bancos delanteros (mujeres a un lado y hombres al otro), dedicó a su padre. Breves y emocionadas palabras (en catalán) en la que recordaba «tu rostro severo»; el lema que defendía el pintor ibicenco a favor de la felicidad de cada cuál según su saber y entender; rasgos de su personalidad: «inconformista, con contradicciones firmes»; o el resumen final, que todos los presentes suscribirían: «Dejas atrás una vida plena y trascendente».
A continuación, y siguiendo las indicaciones del padre Lucas para agilizar el solemne ritual habitual, se formó una larga cola que fue pasando ante los compungidos feudos para darles el pésame de reconocimiento. Finalmente, el cortejo fúnebre en un número reducido se dirigió hacia el Cementerio Nuevo, donde fue enterrado el pintor que hasta el final de sus días dejó plasmado en su extensa obra el amor incondicional que sentía por la Eivissa tradicional, esa que ya sólo podía captar con su mirada interior.
Así lo reconoció el propio Ferrer Guasch a este periódico el pasado 18 de septiembre, con motivo de la que fue su última exposición, en la galería Via 2 de su viejo amigo Toni Torres Font: «Sí, la Eivissa que conocí y que no existe. Así que me dejo llevar por la imaginación. Mis cuadros son una evocación de la isla que hemos perdido. Pero no añoro la Eivissa de antes, porque añorar sólo es soñar, y yo soy realista. La de antes no tiene nada que ver con la de ahora; desgraciadamente. Sólo que no se puede volver atrás. Y reconozco que la Eivissa de ahora es una porquería, en todos los aspectos; de la que son responsables los propios ibicencos, que sólo quieren dinero, dinero y dinero», apuntó el artista con una energía sorprendente, fruto de su indignación como testigo de cargo de unos cambios que no quiso reflejar en su pintura. «En cada cuadro busco lo esencial, y eso es fruto de mucho trabajo y mucho esfuerzo anterior». De depuración, porque «toda pintura auténtica es abstracta, pues es una visión tuya personal de lo que ves o quieres ver. La pintura es algo especial, porque no copia la realidad, sino que la interpreta», concluyó el ilustre artista e intérprete de 'su' isla.